Por lo menos 95.740 casas y departamentos que se levantan en la Región de Valparaíso corresponden a segunda vivienda y la mayor parte de ellas se ubica en el borde costero. En el balance representan el 18% del total de viviendas en el territorio.
Esta realidad y sus consecuencias son algunos de los elementos que analizan diversos estudios del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica (PUC), recopilados en la publicación "En las costas del neoliberalismo", que será presentado hoy en esa casa de estudios.
"Hay dos situaciones que son tremendamente importantes: primero, el interés inmobiliario por desarrollar este tipo de negocios en el borde costero y eso es innegable, prueba de ello es la explosión de los últimos siete a diez años, con mayor fuerza en Concón; y la otra es el precio de la naturaleza", comenta uno de los encargados de la publicación, Voltaire Alvarado.
Respecto a este último punto, el profesional comenta que en el país "le hemos puesto un valor muy alto a la naturaleza considerando que el espacio denominado natural como la vista, el acceso a la playa o la cercanía a los parques naturales, eleva los precios de las viviendas agregándole no sólo un valor final a la venta, sino un valor proyectual a quien adquiere el bien raíz".
Uno de los estudios recopilados alude a las fronteras de la segunda vivienda en el litoral de la región, apuntando a que algunas de ellas se han transformado en principales por fenómenos de integración espacial.
Además, se enfatiza que se ha producido una ampliación de la frontera urbana ante zonas periurbanas o rurales. "En la conurbación de Petorca está el balneario de Los Molles, donde se multiplicó por diez la población original que tenía; y de una caleta de pescadores pasó a convertirse en un balneario de residencia externo a lo urbano, pero conectado a él debido también al crecimiento en infraestructura vial", enfatizó Alvarado.
Degradación ambiental
Otro de los tópicos aborda las problemáticas detectadas como la degradación ambiental y el avance de producción inmobiliaria en ecosistemas frágiles. Allí se mencionan varios ejemplos, como el acantilado de Quirilluca.
"Se han estudiado los efectos de un desarrollo inmobiliario en el lugar y se realizó un inventario de todos los aspectos naturales que están en peligro si se concreta".
En cuanto al rol que le compete al Estado, dice que está en la conservación y la regulación. "Tiene que generar las áreas necesarias para tener el control de aquellas que considera estratégicas, ya sea porque son únicas o porque son importantes para el futuro, pero también le corresponde la planificación y organización", enfatiza.
Otro de los estudios apunta a la urbanización en el borde costero y sus impactos. Al respecto, Alvarado enfatiza que hay un problema que se extiende por todo el litoral de la Región de Valparaíso.
"Es cuánto de él es urbano y cuánto rural y eso es algo que hay que resolver hacia el futuro", explicó.
En esa línea, se menciona que en la región los nuevos mecanismos de gobernanza local no se han ajustado a las transformaciones urbanas que se viven hoy. "Hay un problema grave pero discutible, y es que la regulación nace atrasada porque hay transformaciones espaciales que ya ocurrieron y que no tienen vuelta", manifiesta.
También se aborda la actual situación de otras zonas del borde costero de la región como el llamado litoral de los poetas, donde se menciona que es un sector que no puede ser descuidado pues tiene una dinámica distinta a lo que sucede en el norte y centro de la región.
"Es donde más necesitamos respuestas y creo que no se ha revisado como corresponde, es un tema que no puede pasarse por alto y es muy particular", comenta el profesional, manifestando que sobre todo en el sector de Algarrobo hay balnearios que parecen urbanizados cuando en realidad no lo están.
El factor del transporte público
En cuanto a la proyección de lo que va a ser el aumento de viviendas en el borde costero y del desarrollo inmobiliario en general, uno de los grandes factores será el transporte público. "Mucho depende de ello, de trenes ligeros o de alta velocidad que puedan construir, al igual que nuevas autopistas", comenta Alvarado. "Al final, vivir en Santiago, Melipilla, Casablanca o Valparaíso va a ser sinónimo de estar conectado en una gran zona macrocentral urbana", agregó el profesional, que señala que la gran incógnita y problema a dilucidar es cuándo. "Aunque el mayor va a ser el cómo", subrayó.
18% de casas y departamentos que se sitúan en la región corresponden a segunda vivienda.
35% como promedio aumentó el número de viviendas en la zona entre 2002 y 2011.
4 años de investigación, realizados en su mayor parte por geógrafos de la UC, recopila la publicación.