Desde los albores de la humanidad, el parto es considerado uno de los procesos más trascendentales, emotivos e íntimos que puede llegar a experimentar una mujer. Sin embargo, en las últimas décadas, y como resultado de una serie de cambios culturales, científicos, económicos, sociales y tecnológicos, éste ha sido despojado poco a poco de sentimientos y del protagonismo que primigeniamente tenían reservados en él tanto la madre como el recién nacido, para transformarlo en una estricta intervención médica lo más segura, planificada y aséptica posible.
En efecto, a nivel global lo anterior ha fomentado el empleo de técnicas y procedimientos destinados a acelerar y regular en forma artificial las fases del denominado "trabajo de parto", lo que ha llevado a los profesionales de la salud a asumir el rol principal y a adoptar muchas veces acciones innecesarias, incómodas y no exentas de complicaciones para las madres y sus hijos.
En respuesta a esta situación, la Organización Mundial de la Salud propicia desde hace algunos años la implementación del nacimiento respetado o humanizado, proceso integral de acompañamiento y supervisión que busca recuperar su esencia y brindar un espacio de privacidad e intimidad a la gestante en los momentos previos y posteriores al trascendental momento de dar a luz y, a la vez, promover el apego precoz entre ella y el recién nacido, en un ambiente libre de estrés.
Nuestra realidad
En Chile, este nuevo modelo de asistencia del parto comenzó a ser practicado de manera sistemática a partir de 2005, considerando que la evidencia científica -y los aportes de la antropología y la filosofía- revela que un adecuado término de la gestación, en contextos acogedores y de respeto a la mujer y al recién nacido, tiene consecuencias físicas y psicológicas de gran relevancia para ambos.
Según estadísticas publicadas por el Ministerio de Salud, en la actualidad dos de cada tres nacimientos asistidos en las maternidades de hospitales de nuestro país se realizan siguiendo las recomendaciones de la OMS, de los cuales el 75% genera un apego efectivo entre madre e hijo. Estos indicadores consideran tanto los partos vaginales como las cesáreas, ya que el acompañamiento se considera esencial en ambos.
Lamentablemente, en el tercio restante de los casos las mujeres dan a luz en condiciones que algunos especialistas definen como "de violencia obstétrica", ya que muchas veces les generan traumas a las madres y a los recién nacidos.
"Si bien estas cifras pueden y deben mejorar, ellas dan cuenta de avances y de lo importante que es que los profesionales de los servicios de salud practiquen y fomenten el parto respetado", afirma la matrona Paula Eherenfeld Valenzuela, magíster en Educación Universitaria para las Ciencias de la Salud y docente de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso.
Beneficios
El mayor beneficio del parto respetado es que éste devuelve a la gestante el protagonismo en el nacimiento, lo que implica para médicos, matronas y otros profesionales de la salud respetar sus tiempos y proteger sus espacios e intimidad, con el fin de brindarle seguridad -tanto a ella como a su pareja y familia- durante todo el proceso, lo cual facilita el manejo de la ansiedad.
Además, este modelo también propone una serie de condiciones destinadas a cuidar la fisiología de la mujer, desterrando prácticas como la incisión quirúrgica en la zona del perineo para acelerar la salida del feto, y el uso de medios no farmacológicos para tolerar el dolor, como aromaterapia, balones kinésicos, duchaterapia, estimulación de la respiración y una serie de otras medidas.
"Humanizar este proceso facilita, además, que el cuerpo de la mujer libere hormonas que contribuyen a la generación del calor y la energía que le permiten dar a luz en un estado natural de alerta y de disponibilidad al vínculo con su futuro hijo, ya que después del nacimiento el recién nacido se encuentra en un periodo especial, en un estado receptivo de entre 40 y 60 minutos de duración que los especialistas definen como una 'ventana de tiempo mágico' junto a su madre, lo que además del apego propicia el inicio temprano de la lactancia materna", asegura Paula Eherenfeld.
Apego vital
El contacto temprano -piel a piel- entre el recién nacido y su madre es de vital importancia para la formación de vínculos indisolubles entre ellos a futuro.
En efecto, diversos estudios revelan que éste tiene importantes beneficios. En los referidos a la madre, destaca la involución uterina debido al aumento de oxitocina natural que desencadena este momento de amor pleno por su hijo, que además tiene un efecto protector, ya que disminuye el riesgo de que ella presente depresión postparto.
"Y en lo concerniente al recién nacido, este vínculo de apego permite garantizar un desarrollo emocional adecuado, lo que puede marcar su personalidad para toda la vida. Asimismo, ayuda a este último a impregnarse de las bacterias propias de la madre, lo cual fortalece su sistema inmunitario, al igual que el inicio de la lactancia precoz, que le brinda un aporte irremplazable de inmunidad gracias al traspaso de anticuerpos que entrega la leche materna", sostiene la matrona de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso.
A fin de cuentas, como señala el médico obstetra francés Michel Odent, uno de los defensores más notables del parto respetado, "si cambiamos la forma de nacer, cambiamos la forma de vivir".
Movimiento mundial
En 2004 se inició un movimiento en varios países del mundo destinado a fomentar el parto humanizado, una iniciativa que impulsó la Asociación Francesa por el Parto Respetado con el patrocinio del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef), la Organización Panamericana de la Salud y la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento. Su objetivo es generar conciencia para que el nacimiento vuelva a ser considerado un proceso natural en el que la madre y el bebé son los verdaderos protagonistas.
Paula Eherenfeld Valenzuela, matrona y docente Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso.