Enviado a Fort Lauderdale

Con la firme convicción de que se hicieron todos los esfuerzos para recuperar las confianzas y que, ante ello, se recibió una "buena señal" por parte de los armadores, el frente portuario conformado por la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV), concesionarios, trabajadores y autoridades locales, culminó ayer la participación en la Feria Mundial de Cruceros 2018 (Seatrade Cruise Global), que tuvo lugar en Fort Lauderdale, Florida, en Estados Unidos.

Los ejecutivos desarrollaron múltiples encuentros con representantes de las líneas de cruceros, y aunque reconocen que el retorno de las naves de pasajeros no se verá en forma inmediata, la unión de los distintos actores fue recibida con beneplácito por parte de todas las líneas de cruceros que aglutina la Florida Caribbean Cruise Association (FCCA), la más importante agrupación a nivel mundial de armadores.

Respecto a la nueva etapa que se inicia tras este encuentro, el gerente general de EPV, Gonzalo Davagnino, resalta que "fuimos capaces de organizar un gran equipo de gente, cada una de las empresas con sus intereses privados y personales, con una disposición importante de los trabajadores portuarios, que vinieron a poner la cara y a recibir muchas críticas, junto con los concesionarios, en este caso TPS, que también fue capaz de recibir las críticas en forma positiva, propositiva, y desde ahí, como comunidad portuaria, decir que esto no va a volver a ocurrir y que vamos a dar todas las seguridades y garantías que la industria requiere".

La merma de más del 60% en las recaladas de naves de pasajeros, que optaron por el puerto de San Antonio tras el conflicto sindical que afectó la atención de un crucero, es una acción que tuvo duras consecuencias para los terminales locales y el turismo de la ciudad, con una baja desde 90 mil a cerca de 30 mil pasajeros por temporada.

Davagnino enfatiza que "la industria recibió muy bien esta señal, es una señal que no se esperaban, nunca existió en la historia de la FCCA que dirigentes sindicales vinieran a dar las excusas correspondientes y además en comprometerse de trabajar hacia adelante". Con ejecutivos de Royal Caribbean se realizaron gestiones para sumar al menos un nuevo crucero a la temporada: "Le estamos pidiendo una oportunidad para las naves que tienen programadas en San Antonio recalen al menos la mitad en Valparaíso".

Con respecto a la federación que une a los principales armadores, el personero subrayó que "tenemos el mejor apoyo y se está mirando al 2021, para hacer una gran reunión de los armadores de cruceros en Valparaíso. Tuve reuniones con otros armadores, su corazón está en Valparaíso, pero quedaron muy dolidos. Ellos saben que el destino que compran sus pasajeros es Valparaíso, pero después se encuentran con la sorpresa que no recalan en la ciudad y obviamente que les afecta respecto de lo que es el grado de satisfacción que tienen los pasajeros".

Un futuro terminal de cruceros es un tema clave, con una inversión estimada sobre los US$ 30 millones. Sin embargo, existe una oferta portuaria que entrega TPS, TCVAl y el nuevo Terminal 2, cuya primera fase contempla la posibilidad de atender a buques sobre 300 metros, tras lo cual se espera construir un nuevo muelle para pasajeros, en un plazo estimado entre 3 y 4 años más, proyecto que deberá ser evaluado en un modelo de negocios que también pueda incluir carga para hacerlo viable.

Para el gerente general del Valparaíso Terminal de Pasajeros (VTP), Juan Esteban Bilbao, el resultado es positivo, donde lo rescatable es que "dimos la cara como equipo y comunidad portuaria de Valparaíso, donde la industria de cruceros nos recibió muy bien, dando claramente una vuelta a la página y mirando el futuro".

Lo principal, acotó, es garantizar la recalada de las naves hasta que se concrete el nuevo terminal y la relevancia que tiene Valparaíso en las rutas de cruceros, industria que tendrá un histórico crecimiento durante esta temporada en materia de oferta de naves, lo cual "obliga a las compañías a tener nuevos puertos y nuevos destinos, donde Sudamérica es tremendamente relevante para ellos por la seguridad que entrega a sus pasajeros. Eso Valparaíso tiene que capitalizarlo".

En lo inmediato, VTP sigue conversando con las líneas de cruceros y "ver la posibilidad de que algo pudiésemos recuperar en el corto plazo, pero lo vemos muy difícil. Para VTP el golpe es más fuerte, porque la inversión está hecha (US$ 9 millones), el edificio no se está ocupando tras 15 años de esfuerzos, donde tenemos el récord de no registrar pérdida de maletas ni accidentes, lo cual es valorado", finalizó.

"Nunca existió en la historia de la FCCA que dirigentes sindicales vinieran a dar las excusas correspondientes"

Gonzalo Davagnino, Gerente de EPV"

"Dimos la cara como equipo y comunidad de Valparaíso (...), la industria de cruceros nos recibió muy bien"

Juan Esteban Bilbao, Gerente del VTP"

Los inicios de clases siempre resultan complicados para los padres y los alumnos, en especial ahora que estos disponen de una serie de distracciones que se enfrentan con un sistema educacional que parece estar cada vez menos adaptado a sus competencias, intereses y habilidades.

Aunque en los establecimientos con más recursos el data show ha reemplazado al proyector de transparencias, la arquitectura, diseño y mobiliario de las salas de clases se mantienen, prácticamente, inalterados durante medio siglo.

En el mes de marzo de 1978, el himno nacional marcaba el inicio del año escolar en una ceremonia que iba acompañada por la lectura de un discurso del ministro de Educación que, en el contexto del Gobierno Militar, era un contraalmirante de la Armada. Asimismo, en el ámbito regional, la máxima autoridad educacional era un coronel del Ejército, quien ejercía como director general de Educación en Valparaíso.

A este protocolo había que agregar otras disposiciones generales que tenían relación con la preocupación por la presentación de los alumnos. Aunque el uniforme no ha variado mucho, se ponía énfasis en que para las alumnas el pelo debía ir tomado, estaba prohibido llevar alhajas y maquillaje. Y, en el caso de los varones, se prohibía el pelo largo. Se permitía un corte regular, en el que pelo no podía exceder el cuello de la camisa. Los piercing, tatuajes y teñidos extravagantes estaban todavía a años luz, aunque ya se hablaba de los "punks" ingleses, un grupo que, para horror de la prensa local, se "enorgullecía de ser sucio y repelente".

Coherente con esto, la propaganda del Ministerio de Educación, difundida a través de los medios, enfatizaba en la importancia de la educación para convertir al niño en "un joven útil a tu patria". El llamado también estaba enfocado en que los padres se preocuparan de la educación de sus hijos: "El triunfo de su hijo -decía otro aviso- es suyo y de Chile (…) El Estado, en los liceos comparte con usted la responsabilidad de formar a un nuevo ciudadano", dictaba el Ministerio.

Según un reportaje de La Estrella de 1978, los alumnos se habían aburrido durante sus vacaciones por la falta de atracciones en el Puerto. Entre las escasas entretenciones estaban la playa, el Festival de Viña del Mar, reunirse con amigos y, por supuesto, el cine.

En una época donde no había cable ni Netflix, el cine era, por sólo $ 30 pesos, un buen panorama. Ese año había una decena de cines en Valparaíso, tres en Viña del Mar, dos en Quilpué y uno en Villa Alemana. No todos los títulos de las películas son reproducibles en este Diario, pero algunos filmes de esa época pasaron a la historia como "Los paraguas de Cherburgo", que se estrenaba en el cine Arte de Viña del Mar, y la exitosa "Tiburón" daba sus últimas tarascadas en el cine Imperio de Valparaíso.

A pesar de esta parrilla cinematográfica, los estudiantes igual se aburrían, algunos, incluso, llegaban al punto de ansiar el regreso a clases. Sin redes sociales de por medio, terminaban extrañando a sus compañeros y profesores.

También por esos años, surgía un invento que parecía revolucionar la educación científica: la calculadora electrónica. De la misma forma como hoy en día se debate respecto al uso de los celulares en clases, un reportaje cuestionaba el invento: "Un niño no puede saber matemáticas mientras duren las pilas de su calculadora… ¿Y si se le agotan?", reclamaba una profesora a La Estrella de 1978.

Después de cuatro décadas, la discusión se centra ahora en los celulares y si debe o no incorporarse su uso como herramienta pedagógica. El himno, las autoridades militares y discurso patriótico, en cambio, aparecen lejanos en el tiempo. Por último, las explicaciones de los apoderados sobre la necesidad de ir al colegio y la ansiedad de los niños antes de empezar un nuevo ciclo se mantienen inalterables, aunque ahora con los niños de 1978 ocupando el rol de padres.

*Doctor en Historia

Gonzalo Andrés Serrano del Pozo

*Facultad de Artes Liberales

Universidad Adolfo Ibáñez