La responsable presencia del obispo de Valparaíso, Gonzalo Duarte García de Cortázar, en la cita que reúne a los 34 obispos chilenos con el Papa Francisco en el Vaticano seguramente no será del todo grata como corolario a su extensa carrera pastoral, pero bien habla de su disciplina y compromiso, cuando es de público conocimiento que aún no ha recibido el alta médica tras la operación por el cáncer que le aqueja.
Tal como afirmaba ayer una muy lúcida columna publicada por el Vatican Insider, la tempestad que afronta la Iglesia chilena va más allá de los abusos sexuales y su solución debiese pasar necesariamente, más allá de la remoción de obispos, por un sismo cultural de largo plazo en la curia.
El problema, entonces, no pareciera ser su salida, sino su reemplazo. La crisis de los pastores, como la calificó el propio medio, ya había sido advertida por el hoy cuestionado nuncio apostólico Ivo Scapolo, quien en la práctica se vio muy complicado para promover obispos. El Vatican Insider recuerda las gestiones del Ejército, por intermedio del canciller Heraldo Muñoz, para remover al entonces obispo castrense Juan Barros Madrid, quien finalmente terminó siendo designado en Osorno, desoyendo las acusaciones de Hamilton, Cruz y Murillo, que lo vinculaban al grupo que habría encubierto los pecados de Fernando Karadima, los hoy conocidos como "obispos K", junto al auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, de Linares, Tomislav Koljatic, y de Talca, Horacio Valenzuela.
Tras tratar a los osorninos de "tontos y zurdos" y hablar de "calumnias" en su visita a Chile, Francisco dio una sentida muestra de humildad y, desapegándose de la infalibilidad papal, reconoció "haber incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada", junto con pedir perdón "a todos aquellos que ofendí".
Según los medios italianos e internacionales que cubren el Vaticano, tal fuente de información habría sido el jesuita español Germán Arana, cercano a Barros y responsable de la investigación previa al nombramiento en Osorno.
Se menciona repetidamente que tanto el arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí, como el de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Ezzati, advirtieron a Francisco de la inconveniencia de nombrar a Barros. A ello se suma el difuso rol cumplido por el cardenal Francisco Javier Errázuriz, miembro del C9, el grupo de cardenales nombrados por Francisco para la reforma a la curia.
Al final del camino, Ezzati (76 años), Cristián Caro (Puerto Montt, 75), Alejandro Goic (Rancagua, 78) y Duarte (75) deberán dar un paso al costado por su edad, pero la pregunta es cómo lo hará el Vaticano no sólo para buscar sucesores de alto nivel, sino para que sus respectivas salidas no se vean "contaminadas" por el caso Barros.
Al menos, en lo que nos compete, el obispo Gonzalo Duarte no merece irse así.