¿Es posible rescatar la bolsa porteña?
Nuevamente está en peligro la continuidad de la Bolsa de Valores de Valparaíso, tras una serie de situaciones puntuales que se suman a la realidad de la alta concentración del mercado accionario en la capital.
Actualmente la bolsa porteña cuenta con solo 7 corredoras inscritas en circunstancias que, de acuerdo a la ley, debería operar al menos con 10. De ese total, únicamente estarían funcionando activamente dos. Sin embargo, los accionistas de la institución son 60; personas naturales 17 y 43 personas jurídicas. El mercado de valores en la capital, con la Bolsa de Corredores de Santiago y la Bolsa Electrónica, concentra casi el 99% del movimiento.
A estas realidades legales y económicas se suman las recientes irregularidades de la corredora de Carlos Marín, que fuera presidente de la entidad, y la cancelación de Intervalores, del empresario Gabriel Urenda, también exdirectivo del centro financiero local. Estos últimos hechos, que afectan patrimonio y confianza de los inversionistas condicionan la cantidad de operaciones en el mercado local.
A este panorama negativo se añade la persistente posición dominante de la Bolsa de Comercio de Santiago que se ha resistido a una efectiva interconexión de los mercados de valores, lo que frena fluidez a las operaciones impidiendo un efectivo desarrollo de la plaza local, incluso dentro de su limitada cobertura.
La Bolsa de Valores de Valparaíso sufrió un cierre en los años 80 del siglo pasado al no cumplir exigencias de capital, pero ajustada la normativa a su dimensión, retomó sus operaciones en 1987. Sin embargo, una sostenida campaña local hizo posible ese renacimiento, considerando especialmente la significación que tenía para Valparaíso la existencia de un centro de decisiones financieras, más allá del hecho histórico de ser la bolsa porteña la primera del país, surgida a fines del siglo XIX.
Sin embargo, pasados los años una efectiva recuperación no ha sido posible en medio de los señalados hechos negativos y pese a los notables esfuerzos e inversiones que se han hecho para su modernización.
Es cierto que se trata de una institución privada, pero es cierto también que su subsistencia es de interés público local e incluso nacional, pues se trata de un centro de decisiones económicas descentralizado, cuando es de buen tono el generalizado discurso regionalista.
¿Asistimos al capítulo final de la historia de la tradicional bolsa porteña o será posible una reacción desde la esfera pública, con voluntad política, y especialmente desde la privada que evite su desaparición? ¿Se podrá en estos dos meses de plaza que tiene revertir este negativo escenario?
El cierre de la Bolsa de Valparaíso no es solo una mala señal para la actividad económica local y el barrio financiero porteño, sino también para la ciudad y la descentralización del país.