A pesar de sus 60 años el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar sigue vigente. Y eso se comprueba con sintonía y público, y también en el enjambre de comentarios en torno al desarrollo de cada jornada y sus protagonistas.
Está ahí, ratificado el éxito, el veterano Raphael y el siempre renovado salsero Marc Anthony. Esto a la espera de los consagrados Backstreet Boys que, se rumorea, pedirían actuar con playback. Un rumor más que se debe confirmar o desvirtuar hoy día, lo que dará tema para comentarios de todo color.
Por otro lado, aparece como protagónico en el Festival el humor, con éxitos y fracasos y con el análisis de los contenidos, como el caso de Dino Gordillo -¿gaviotas merecidas?- o el fracaso de Jani Dueñas, devorada por el "monstruo". En el mismo rubro encontramos al argentino Jorge Alís, afectado de una traidora disfonía.
Claro, la voz de artistas y animadores sufre amenaza permanente en el escenario de la Quinta Vergara, pues las noches viñamarinas de febrero nada tienen de tropicales y hay que tomarlas en serio, especialmente ellas, que no deben exhibir mucho cutis, no por recato, sino que por las bajas de temperatura o la vaguada costera.
Tema de todos los años en la partida del Festival es la Gala, con su alfombra roja que este año le tocó competir con la auténtica del Oscar. Dentro de lo opinable entran también los comentarios sobre el drama venezolano formulados por los animadores.
Se debe recordar, en medio de todo el faranduleo, que el Festival de la Canción nació como competencia con premios, jurado incluido. A veces, sin mencionar títulos para no ofender, algunos temas han superado las rejas de la Quinta Vergara y hasta se mantienen en el tiempo.
Las críticas al escenario y a la organización son parte de la rutina y este año el "monstruo" se queja por cambios en las populares galerías.
Lo anterior y mucho más alimenta matinales de TV, columnas periodísticas y hasta análisis sociológicos en el cierre del verano. Así, con sus luces y sombras, se comprueba que el Festival de la Canción de Viña del Mar sigue vigente, con fuerte presencia internacional a través de emisiones de TV.
Y cuando se acerca la hora de gaviotas, antorchas y aplausos finales, hay que recordar a los creadores del evento, el alcalde Gustavo Lorca, abogado y profesor de derecho romano, el imaginativo periodista Carlos Ansaldo y el virtuoso músico Izidor Handler, un migrante de origen judío que ancló en Viña del Mar.
Ellos, casi de la nada, dieron vida a lo que ahora es valioso patrimonio de la ciudad, ejemplo del talento viñamarino, hoy añorado, patrimonio e ingresos que se deben cuidar considerando cambios de gustos y tendencias en tiempos de globalización que exigen una alerta permanente.