Visión de la FAO
IDEA. Las evidencias aportadas por las ciencias biomédicas no permiten enfrentar con éxito esta "epidemia". Por eso, es necesario abordar el tema desde un enfoque más complejo y ciudadano.
Cuando se observa con detención cómo han evolucionado los datos sobre la obesidad en el mundo no queda otra cosa que sorprenderse.
Según la Organización Mundial de la Salud, en los últimos cuarenta años el desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas aumentó en forma exponencial: se triplicó entre las personas adultas y se incrementó de forma dramática en niños y adolescentes. En 1975 la prevalencia del sobrepeso y obesidad entre estos últimos era del 4%, mientras que en 2016 llegó al 18%.
Como resultado de esto, en la actualidad uno de cada tres habitantes del planeta (2.500 millones de personas) presenta un insano exceso de peso.
De esta realidad, por cierto, no escapa nuestro país. En un artículo publicado en 2017 por el New England Journal of Medicine apareció un ranking de los países más obesos del mundo, encabezado por Arabia Saudita, Egipto y Estados Unidos, con México en el sexto lugar y Chile en el décimo en mayores de 18 años y quinto en el listado de la obesidad infantil.
A nivel nacional, esta última se incrementó de 10 a 25 puntos porcentuales entre 1987 y 2015. En efecto, y de acuerdo con el Mapa Nutricional 2018 de la Junaeb, el 27,7% de los niños y niñas chilenos de quinto básico presentan distintos grados de obesidad, porcentaje que llega a 24,4% entre los alumnos de primero básico y a 24,15% entre quienes están en kinder y prekinder. En resumen, uno de cada cuatro niños de enseñanza básica en Chile tiene un índice de masa corporal superior al que le corresponde, y la prevalencia más alta se da en las escuelas municipales (30%).
Causales
La mayoría de los discursos oficiales y las políticas públicas internacionales y locales dan cuenta de tres grandes causas directas que han originado o están provocando este rápido aumento de la obesidad en el mundo: el deterioro de la dieta, los bajos niveles de actividad física y la falta de educación nutricional.
Sin embargo, para el doctor en Actividad Física para la Educación en la Sociedad del Conocimiento Alberto Moreno Doña, quien es docente e investigador de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad de Valparaíso, estas razones son insuficientes para explicar dicho fenómeno.
"No podría estar en desacuerdo con estas evidencias aportadas por las ciencias biomédicas, pero centrar el análisis solo en ellas -con la subsiguiente construcción de políticas públicas coherentes con las mismas- es limitado y limitante. Si bien hay una responsabilidad individual en relación al incremento de la obesidad, no debemos olvidar que también existe una responsabilidad social y colectiva en esta materia. De hecho, las evidencias más actuales permiten ver cómo las medidas que se han adoptado en base a esas tres causales no han tenido éxito" afirma el académico.
Darwinismo social
No son pocos los especialistas que señalan que asumir una postura meramente individualista y biofisiológica frente a la obesidad es algo inadecuado, pues, a su juicio, las personas ya habrían tomado conciencia del daño que se ocasionan y harían lo correcto para bajar de peso.
"Lo que corresponde es analizar la compleja trama relacional a partir de la cual se construyen las conductas en los seres humanos. En este sentido, cabe preguntarse cuándo comenzó este aumento progresivo de la obesidad y lo que acontecía política y económicamente en el mundo y en Chile. Éste coincide con la aplicación de políticas neoliberales, que primero se instalaron en Estados Unidos y en Reino Unido, y desde ahí se extendieron a casi todo el mundo. En Chile se inició con la dictadura militar y el laboratorio neoliberal que se implantó a partir de 1973, con una serie de políticas caracterizadas por cierto darwinismo social. No es casualidad que en esos años emergieran con fuerza enfermedades psicológicas, como el estrés o la ansiedad, y se dispararan el suicidio y el sobrepeso. En otras palabras, la obesidad no va a disminuir si nos ocupamos solo del deterioro de la dieta, la falta de actividad física y de educación nutricional, pues los niveles actuales son resultados de un contexto social anterior más amplio, que prevalece y se deteriora", comenta el profesor Moreno.
Buen vivir
En el afán por alejarse de la perspectiva dominante, el docente de la Escuela de Educación Parvularia de la UV propone comenzar a caminar hacia un concepto de salud y bienestar que invite a mirar los problemas que atañen a la población actual desde un imaginario histórico anticapitalista, caracterizado por la capacidad de atender y rescatar una subjetividad basada en "la reciprocidad y en una racionalidad liberadora de la explotación y dominación; solidaria entre las personas y con la naturaleza, y que se expresa en cada acción personal y colectiva".
Para él, ésta es la única forma de permear la lógica desde la que se siguen elaborando ciertas políticas públicas -en especial las destinadas a combatir la obesidad- y superar el carácter inmediato del capitalismo tardío para, en definitiva, avanzar hacia un "buen vivir".
"Proponer alternativas que ayuden a disminuir los índices de obesidad en el mundo y Chile requiere de un compromiso político-ciudadano por entender que la gente es la que debe proponer alternativas comunitarias, respetando la relación entre los seres vivos humanos, los no humanos y la naturaleza y en las que el consumo de bienes materiales no sea el fin último. Nadie quiere sobrevivir sino vivir, y ello implica mirar(nos) y recrear(nos) para la construcción de una sociedad orientada al buen vivir", concluye Alberto Moreno.
Obesidad: un problema que requiere de un nuevo compromiso social
Chile es el segundo país de la OCDE con la tasa más alta de obesidad. Los análisis de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Naciones Unidas confirman que sólo el 5% de la población chilena come saludable y el 86,7% de ella es sedentaria. Por ello, esta entidad internacional impulsa políticas públicas de alimentación saludable, agricultura local y pesca sostenible para hacer frente a la malnutrición.
http://www.fao.org/chile/es/
América, la más "chatarra"
Hoy una persona promedio en el mundo gasta menos dinero en comprar alimentos que hace cuarenta años. En lo esencial, esto se debe al enorme proceso de industrialización, que ha masificado la producción y reducido los costos unitarios de la comida. Pero este proceso ha contribuido en paralelo a que la mayor parte de los alimentos que hoy ingerimos sean procesados y estén repletos de azúcares, sal y grasas. Muchos, incluso, tienen un exceso de químicos e ingredientes adictivos. América es el continente donde más comida procesada, chatarra o rápida se consume a nivel mundial (47% del total), en respuesta a una industria que crece un 20% cada año.
Proyecto Fondecyt
CEDMA-DEYE es un programa que problematiza la construcción de una institución escolar que se aleje de lo que ciencia biomédica y la estadística consideran como "sujetos normales". Entre las iniciativas que impulsa figura un proyecto de investigación Fondecyt que busca comprender la escuela desde los márgenes, en línea con la propuesta establecida aquí para combatir la obesidad.
Este proyecto lo lidera el profesor de la UV Alberto Moreno.
https://cedma-deye.com/
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