A nadie se le van a caer los anillos
En el arranque de su año calendario número 193,El Mercurio de Valparaísovuelve a la carga (¡qué porfiados que somos!) por el optimismo, la unión y el llamado a asumir los liderazgos. En tiempos de redes sociales, de un analfabetismo funcional y bajo razonamiento matemático que supera al 50%, hacer un diario que invite a la reflexión, el debate y las soluciones parece una osadía.
En la semana que hoy termina, El Mercurio de Valparaíso celebró su aniversario número 192, con el bicentenario cada vez más cerca en el horizonte. No vamos a repetir aquí su obvia importancia y relevancia histórica como el diario de habla hispana más antiguo del mundo en circulación continua (fue fundado el 12 de septiembre de 1827) y la pléyade de nombres que engalanaron sus editoriales y artículos, que van desde Diego Portales hasta Benjamín Vicuña Mackenna, pasando por Rubén Darío, Domingo Faustino Sarmiento o la mismísima Gabriela Mistral.
Pero de lo que queremos hablar hoy no es de su glorioso pasado, sino de su expectante presente que entusiasma, convertido en una publicación pluralista, sin sesgos (cosa que a algunos les molesta sobremanera), regionalista a toda prueba y, a todas luces, protagonista y opinante de la actualidad regional, características quizás dejadas de lado en décadas pasadas, pero que este diario ha vuelto a asumir con el mismo compromiso que hoy ratifica.
En tiempos de redes sociales, de un analfabetismo funcional y bajo razonamiento matemático que supera al 50% de la población adulta (esto es, que no entienden lo que leen y son incapaces de llevar a cabo operaciones aritméticas elementales), hacer un diario que invite a la reflexión, la discusión, el debate y la búsqueda de soluciones propositivas podría parecer una osadía.
Con todo, la cada vez más amplia base de lectores y suscriptores que se integran a nuestras plataformas parecieran hablar de una Región pensante, responsable e interesada en hacerse su propia opinión sobre temas tan diversos como el puerto, la economía, el desempleo, la sequía, el medioambiente, políticas de toda laya, realidades comunales y vecinales, la cada vez más intensa presencia y voz de las organizaciones civiles, la educación, la cultura y las ciencias, estas tres últimas disciplinas acaso las grandes rocas basales en las cuales debiera fundarse la Región de Valparaíso 3.0 del Siglo XXI que tanto necesitamos para legar a nuestros hijos un mañana mejor.
Dicho sea de paso, y ya tantas veces repetido en editoriales precedentes, es tremendamente necesario dar el paso desde la frustrada resignación al más genuino de los optimismos. En minutos en que buena parte de los actores regionales han sincerado sus posiciones e intereses, la hora de las mezquindades se tiene que acabar. Es el minuto de comenzar a exigir respuestas, soluciones y compromisos, tal como la ha venido haciendo este diario consigo mismo y con la Región, a las autoridades, universidades, empresarios, organizaciones civiles, uniformados y ciudadanos, para que entendamos de una buena vez por todas que dividirnos por peleas dictadas desde Santiago no tiene sentido.
Mucha teoría, mucho diagnóstico, mucha radiografía y mucho sabelotodo ya nos aburrieron. A nadie se le van a caer los anillos por arremangarse la camisa y meter las manitos en el barro.