El avance de la electromovilidad es una realidad que exige preparación en diversos frentes que cubren desde las ciudades mismas hasta los centros de formación técnica y universitaria. Asumiendo ese avance, en un encuentro propiciado por este Diario, más de 20 organizaciones públicas, privadas y del mundo académico firmaron un acuerdo para enfrentar el desafío que significa la presencia en calles y caminos de vehículos impulsados por energía eléctrica.
Es una verdadera revolución, cuya importancia radica en nuevas formas de transporte que no generan contaminación, como ocurre, en diversos grados, con los actuales vehículos que utilizan combustibles como petróleo, gasolina o gas.
Para el seremi de Energía, Gonzalo Le Dantec, las ciudades deben están preparadas para el cambio, lo que significa adaptar proyectos y aspectos tan concretos como establecer puntos de carga. Diversos expositores en el encuentro afirmaron, además, que los nuevos vehículos serán más convenientes desde el punto de vista económico y que en cuanto a las demandas de energía habrá que considerar la suficiencia de las redes eléctricas como el diseño de edificaciones y espacios urbanos.
La inquietud de este grupo de trabajo regional es oportuna y debe proyectarse en diversos campos, uno de los cuales es la investigación y el desarrollo de modelos propios y no simplemente acoger lo que llega del exterior. Hay que recordar que recientemente Bolivia desarrolló un pequeño automóvil eléctrico aprovechando sus reservas de litio, material básico para las baterías de los nuevos vehículos. Chile también tiene grandes reservas que junto a explotación llaman a la investigación, responsabilidad concreta para nuestras universidades.
En cuanto a la irrupción de nuevos vehículos justamente esta semana Tesla, empresa norteamericana fabricante de unidades eléctricas, anuncia un aumento en sus ventas para el trimestre, llegando a 100.000 automóviles. Es el caso de un solo productor y en la misma línea creciente están las marcas más tradicionales.
Pero no se trata sólo de esperar la electromovilidad, también hay que adoptar una posición proactiva. En la tan postergada licitación del transporte público del Gran Valparaíso hay, ahora mismo, una oportunidad al fijar cuotas de buses eléctricos.
A la vez, hay que insistir en el tema de los trolebuses, que no se pueden quedar anclados en la nostalgia a la espera de alguna limosna pública. Hay que revitalizar el sistema y extenderlo de acuerdo a las nuevas demandas.
La electromovilidad no está lejana y deja de ser una curiosidad. Hay que asumirla, estimularla y aprovecharla, considerando sus beneficios económicos, su aporte al transporte público y su impacto decisivo al medioambiente al contribuir, competitivamente, a sacar de la calle a los vehículos contaminantes.