"Todos tenemos que decir no a la violencia, porque desnaturaliza la mejor de las causas"
Un fuerte llamado a la unidad nacional, a terminar con los actos de violencia y a buscar soluciones concretas y constructivas para salir de esta crisis realizó monseñor Pedro Ossandón, administrador apostólico de la Diócesis de Valparaíso, quien ayer participó en el Santuario de Lo Vásquez de una jornada de reflexión con jóvenes, quienes expresaron en la instancia su visión del estallido social y también de la responsabilidad que le cabe a la propia Iglesia en esta coyuntura.
En entrevista con este Diario, subrayó que "los hechos de violencia ahogan el grito de los que están sufriendo las consecuencias de la injusticia social en el país", por lo que "debe haber vocación de entendimiento y no de enfrentamiento".
- A más de tres semanas del estallido social en el país, persisten las manifestaciones en las calles. ¿Cree que faltan mayores medidas o anuncios frente a las demandas sociales?
- Yo creo que lo que falta es que nos comprometamos todos los ciudadanos con el diálogo. No podemos ser indiferentes o esperar que otros resuelvan los problemas. Cada uno asume su responsabilidad según corresponde. Y los que tienen la autoridad máxima, más aun. Pero yo creo que estamos en deuda todavía los chilenos con la participación. Esto de ser convocados a los diálogos ciudadanos yo creo que va a ser el camino, una manera de superar la violencia, porque no queremos que la violencia ahogue el grito de los más pobres, que es lo más importante.
- ¿Falta ese diálogo para formular un verdadero pacto social?
- Sí. A mí me parece que es una soberbia que cada uno pueda decir 'yo sé las causas exactas de por qué ha sucedido esta crisis social o cómo son las soluciones'. Yo creo que realmente tenemos que hacer un diálogo social que nos lleve a un pacto social, a un pacto que fluya del discernimiento de las bases de la ciudadanía y de todos los actores.
- ¿Está de acuerdo con efectuar cambios a la Constitución o redactar una nueva Constitución?
- Nosotros tenemos que acoger todo lo que sea fruto de estos diálogos de discernimiento ciudadano. Yo no me atrevería adelantar cuáles serían las prioridades, no la excluyo (reforma a la Constitución), pero no creo que sería bueno que uno pudiera concluir el análisis, las prioridades y el programa concreto de cómo podemos salir (de esta crisis). Yo creo que tenemos que consensuarlo entre todos con un pacto social y luego ver si eso es prioritario o no.
- ¿Cree que se están escuchando realmente las demandas sociales?
- Yo creo que estamos todos haciendo los mayores esfuerzos. No es hora de condenaciones ni de echarle la culpa a los demás. Yo creo que es hora de asumir la propia responsabilidad. Y también con propuestas concretas, con propuestas constructivas, vamos a ir recuperando la paz social, que es lo más importante, para que se pueda generar el programa de país que queremos. Tenemos que diseñar un programa donde se respeten todos los principios y valores de la democracia, entre todos.
- Si bien han sido masivas las manifestaciones, muchas de estas convocatorias han terminado en desmanes, saqueos e incendios. A su juicio, ¿se ha condenado con fuerza estos actos vandálicos o ha existido tibieza al respecto?
- Antes que condenar, hay que comprender qué pasa en el corazón de estas personas que hacen saqueos, incendian o dañan la dignidad de las personas, venga de donde venga. La dignidad de la persona es siempre universal. Lo que urge es que nosotros más bien pongamos el acento en comprender qué pasa detrás de las personas que hacen estos actos de violencia. Son nuestros conciudadanos; digámoslo con más claridad desde la fe, son nuestros hermanos, es nuestra propia familia. Es urgente preguntarnos qué sucedió, cuál es la raíz y, por supuesto, también integrarlos. Todos tenemos que decir no a la violencia, porque la violencia desnaturaliza la mejor de las causas. Debe haber vocación de entendimiento y no de enfrentamiento.
- ¿Los actos vandálicos ensombrecen las legítimas demandas sociales de la sociedad?
- Claro, lo más grave es que los hechos de violencia ahogan el grito de los que están sufriendo las consecuencias de la injusticia social en el país.
- Estos actos vandálicos han impactado con dureza en Valparaíso y la Iglesia Católica no ha estado libre de ellos. La Catedral sufrió graves destrozos. ¿Qué lectura hace de ello?
- Nosotros hicimos una declaración pública donde dijimos que este dolor que sufrimos por esta cosa violenta nos compromete a unirnos al dolor de tantas personas que sufren las consecuencias de la crisis social, que son muchos chilenos. Al mismo tiempo, este dolor nos une a todas las personas que han sufrido el saqueo y el incendio de sus fuentes laborales, nos une con la inmensa cantidad de trabajadores que por esa situación han quedado sin trabajo; nos une al dolor de las familias que ven a algunos de sus seres queridos haciendo estos hechos vandálicos... me imagino el dolor que tienen. Por lo tanto, ese dolor lo ofrecemos y lo hemos ofrecido en las mismas misas que hemos celebrado en la Catedral desde el primer día.
- ¿Tiene la Iglesia alguna responsabilidad también en este descontento social?
- Tenemos responsabilidad, en primer lugar, porque cada uno de nosotros todos los días tiene que pedir perdón por su egoísmo, hay una responsabilidad personal. Y nosotros también, a propósito de nuestra crisis eclesial interna, nos hemos estado dando cuenta de que estamos aprendiendo a ser fieles a lo que Jesús nos pide, a lo que la Iglesia nos pide, que significa poner a Cristo en el centro. ¿Qué significa? Poner en el centro a las personas que más sufren. (…) Cuando la Iglesia se olvida de Jesucristo, cuando la Iglesia se olvida del mensaje del Señor, entonces nosotros también tenemos que pedir perdón.
- En este sentido, ¿siente que la Iglesia se quedó atrás en la lucha ética y moral para satisfacer las demandas de la sociedad chilena?
- Yo creo que nunca es tarde para renovar y recuperar nuestra fidelidad al Evangelio y lo que enseña la Iglesia. Cuando uno dice que es tarde está también haciendo un acto de violencia. Por lo tanto, más bien desde la humildad, desde la sencillez, desde la plena disponibilidad, hay que decir que nunca es tarde.
- ¿Pero anhela que la Iglesia vuelva a estar en primera línea, sobre todo en medio de esta crisis social que vive Chile y al rol que ha jugado en momentos complejos?
- Más que en primera línea, todos los chilenos unidos debemos estar en una misma línea para descubrir los caminos de solución a los desafíos que los más pobres de Chile nos exigen.
- ¿Qué opina con respecto a las denuncias de violaciones a los derechos humanos?
- El principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia es el respeto a la dignidad de todas las personas. Y por lo tanto, tenemos que velar que a nadie se le dañe su dignidad y violen sus derechos fundamentales.
- Algunos apuntan que se han violado de manera sistemática...
- En eso hay que ser muy responsables y muy rigurosos. El Poder Judicial y el Ministerio Público tienen que dar la palabra final.
- Como Diócesis de Valparaíso, ¿han recibido personas que han solicitado ayuda, denunciando haber sido víctimas de violaciones a los derechos humanos?
- Sí. Todas las parroquias de la Diócesis, que son 69, han abierto sus puertas para ofrecer servicios, desde la solidaridad, a personas que se han quedado sin comer porque perdieron el trabajo; también desde el espacio para el diálogo, la oración comunitaria y buscar juntos las causas y soluciones; y también asesoría jurídica a los que han sufrido violaciones a los derechos humanos y asistencia médica.
- ¿Se necesita en estos días un llamado transversal a la unidad?
- Hago un llamado en el nombre de Dios, en el nombre de Jesucristo, a la unidad nacional. Por favor, un llamado a la conciencia, a la responsabilidad. Es posible un camino de entendimiento y no de enfrentamiento. Chile tiene vocación de justicia y de paz.
"Falta que nos comprometamos todos los ciudadanos con el diálogo. No podemos ser indiferentes o esperar que otros resuelvan los problemas" "Tenemos que hacer un diálogo social que nos lleve a un pacto social, a un pacto que fluya del discernimiento de las bases de la ciudadanía y de todos los actores"