Los numerosos casos de abuso sexual infantil ventilados en la justicia han puesto en el primer plano de la discusión este problema que atraviesa la sociedad transversalmente, prácticamente sin distinción de sexo, edad, nivel socioeconómico o educacional. Cada cierto tiempo, cuando emerge algún caso de gran impacto mediático, la protección de la infancia se instala en el primer lugar de la atención ciudadana. Sin embargo, pocas veces esta preocupación se sostiene en el tiempo o se concreta en políticas públicas duraderas.
"Desde la sociedad civil y los organismos no gubernamentales se viene trabajando hace bastante tiempo en un proyecto de ley de Protección Integral a la Infancia que ha dilatado su tramitación y aún no ve la luz. Existe una deuda ética en este tema", ejemplifica Iván Zamora, director ejecutivo de la ONG Paicabí, una organización sin fines de lucro creada en 1996 en la Región de Valparaíso, con el objetivo de velar por la promoción y defensa de los derechos de la infancia y que hoy cuenta con 18 centros de atención directa que abordan diversas formas de vulneración de derechos. Poner la preocupación por la violencia infantil en el centro de la opinión pública es uno de los objetivos de la Conferencia Internacional sobre Maltrato y Abuso Sexual Infantil, organizada por Paicabí en conjunto con la Universidad de Valparaíso y otras entidades, y que se realizará en Viña del Mar del 6 al 9 de octubre próximo (ver recuadro).
Protección
Advirtiendo que las vulneraciones de derechos que afectan a la infancia van más allá del abuso sexual o las redes de explotación, y que incluyen también problemas como la falta de políticas públicas integrales, la pobreza o la educación de mala calidad, Zamora señala que Chile tiene mucho camino por recorrer en la jerarquización de los temas de infancia en la agenda pública, lo que significa dar prioridad a la asignación de recursos para los sistemas de protección.
El psicólogo Gonzalo Lira, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso, destaca a su vez la necesidad de impulsar una cultura de la protección, que sea transversal a la sociedad y que oriente la actuación de las personas y las instituciones hacia el conocimiento y el respeto de los derechos de los niños. "Los principales lineamientos de la prevención deben orientarse hacia la generación de un contexto protector y respetuoso de los derechos del niño por parte de los adultos responsables, una educación sexual integral y de inicio temprano, ojalá en la etapa preescolar, y en el cultivo de límites personales sanos en el plano corporal y de la interacción social, así como el desarrollo en los niños de estrategias de autocuidado", explica el académico.
Mecanismos
Respecto de mecanismos para prevenir o detectar el abuso en los ambientes de protección del niño, como el colegio, Iván Zamora señala que es preciso impulsar actividades de formación -y protocolos de actuación- para todos los estamentos. "Debieran incluir los aspectos generales de la problemática del abuso, sus indicadores, el marco judicial y los pasos a seguir en caso de una develación. Esto último es fundamental, pues en cada establecimiento debería existir un protocolo de detección temprana y se debería informar a los apoderados que se hará en caso de sospechas de que se cometió un abuso", añade. "A nivel individual es muy importante además que los padres o adultos responsables puedan ayudar a los niños para que distingan las prácticas de dominio o abusivas de otras que son positivas, como el juego o el compañerismo. Todo esto, teniendo en claro siempre, aunque los niños reciban nociones de autocuidado, siempre la responsabilidad de la protección recae en los adultos y no en los pequeños".
Detección
En este mismo sentido, Gonzalo Lira establece que no existen indicadores o señales específicas que permitan detectar situaciones de este tipo, ya que los síntomas y comportamientos que se desarrollan como reacción a la experiencia de abuso dependerán de aspectos como la cronicidad del abuso, el vínculo con el agresor y la reacción del entorno al conocimiento de la situación. Sí es necesario, en cambio, poner especial atención a cambios relevantes en el comportamiento del niño, especialmente si no hay antecedentes que permitan comprender estas modificaciones. "Aspectos relevantes que es necesario considerar, son a nivel preescolar, el desarrollo de conductas sexuales anormales o inapropiadas, ansiedad, pesadillas, evitación de lugares o personas; a nivel escolar, trastornos de la conducta, especialmente disruptivos o agresivos, depresión y problemas escolares; y a nivel adolescente, depresión, ideación o conducta suicida, autolesiva o antisocial, promiscuidad o trastornos de identidad sexual", recomienda.
"Es muy importante además que los padres o adultos responsables puedan ayudar a los niños para que distingan las prácticas de dominio o abusivas de otras que son positivas, como el juego o el compañerismo".
Iván Zamora
ONG Paicabí