La música se ha transformado en un lenguaje universal, sobrepasando barreras culturales, idiomáticas y sociales. Por ello es que, desde hace mucho tiempo, se está explorando su uso no solamente como expresión artística o creativa, sino también su utilización -y la de recursos musicales como los instrumentos o el propio cuerpo- como herramientas para potenciar o mejorar aspectos deficitarios en el desarrollo social, motor, cognitivo, físico, afectivo o de comunicación de las personas.
Esta disciplina, que la Organización Mundial de la Salud denomina musicoterapia, tiene un alcance todavía incipiente en nuestro país. En otros lugares del mundo, sin embargo, se emplea abundantemente no solo en el ámbito de la salud, sino también como herramienta para la educación y para la capacitación en el mundo de las empresas.
"La música es un lenguaje universal para prácticamente toda la humanidad, y ahí radica buena parte de su poder terapéutico. Aunque hay registros de tratamientos basadas en la música desde hace dos siglos atrás, la musicoterapia se sistematiza y valida como disciplina en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, principalmente en los años cincuenta, gracias a la búsqueda de alternativas de tratamiento para la recuperación emocional de los veteranos de guerra. En Chile hubo muchos trabajos y experiencias en la década de los setenta, pero la dictadura frenó buena parte de esos esfuerzos y solo se retomaron en los años noventa, con un significativo protagonismo de la psicóloga y musicoterapeuta alemana Susan Bauer", explica Alondra Castillo, magister en Musicoterapia de la Universidad de Vic, en Cataluña, y académica de la carrera de Fonoaudiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso.
Aplicaciones
Según la especialista, la mayoría de las aplicaciones de esta disciplina en el ámbito de la salud corresponde a intervenciones, que se realizan a nivel hospitalario y que están relacionadas con el manejo de los cuidados paliativos, como los intentos por mitigar el dolor en los enfermos de cáncer. En algunas ciudades de Estados Unidos, por ejemplo, los musicoterapeutas participan también en los equipos de anestesistas que intervienen en las cirugías, puesto que esta misma sensación favorable o placentera permite utilizar una menor cantidad de anestesia, lo que significa menos riesgo para el paciente y a la vez un menor gasto para el sistema.
Es necesario considerar que la musicoterapia puede actuar como complemento de otro tipo de tratamientos, ayudando a mejorar la sensación de bienestar en los pacientes, por ejemplo, a través de la liberación de endorfinas (ver recuadro). Así, se puede emplear para ayudar a soportar mejor un tratamiento de quimioterapia, al manejo de la ansiedad y la frecuencia cardiaca durante el proceso de cirugía, evitando una taquicardia, o en psiquiatría, como soporte para el tratamiento de trastornos mentales.
"También tiene usos en terapias de rehabilitación física, en el tratamiento de trastornos como la tartamudez o la enfermedad de Parkinson, en el trabajo de parto, o incluso en los procesos de acompañamiento de la muerte. Tuve la oportunidad de conocer el trabajo que se hace en la UCI de neonatología del hospital Sant Joan de Deu, en Barcelona, donde se utiliza la musicoterapia para generar apego y vínculo en los niños que deben estar en una incubadora", señala la profesora Castillo.
Todo esto, sin considerar las aplicaciones de la musicoterapia en la educación, donde es una herramienta muy útil para mejorar la disposición de los niños al aprendizaje (cognitivo, de lenguaje, motor, etc.), y también en las empresas, donde se utiliza como instrumento para el manejo de las relaciones interpersonales, mejora del clima laboral y aumento en la cohesión de los equipos de trabajo. "Cada vez hay más profesiones que demandan habilidades blandas y la música es una buena herramienta para identificar las carencias y para desarrollar estas habilidades".
Intrusismo
Uno de los grandes problemas que enfrenta la musicoterapia en Chile es la escasa profesionalización de la disciplina, puesto que el único programa académico formal que existe en el país es un diplomado que ofrece la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, desde hace más de diez años, y que se dicta solo en Santiago.
"En otros países esta es una disciplina seria, con programas de pre y posgrado. En Argentina, sin ir más lejos, la carrera de músico terapeuta tiene cuatro años de duración y entrega un grado universitario. Y en algunos países europeos, en lugares de Estados Unidos, o incluso en Brasil, hay hospitales que han integrado a músicos terapeutas en sus equipos de salud, trabajando junto con médicos, psicólogos, kinesiólogos y otros especialistas. Como en Chile eso no ocurre, se ha generado un nivel de intrusismo profesional que es peligroso, con mucha gente que está ofreciendo cursos y tratamientos de musicoterapia pero que, aunque pueden ser músicos talentosos, no tienen la formación ni los conocimientos necesarios y solo están ayudando a desvirtuar esta disciplina", señala. "La música es un elemento que puede tener mucho poder en el ser humano y la intervención de un terapeuta que no tenga la preparación necesaria puede llevar a la implementación inadecuada de este recurso, con posibles efectos adversos en los usuarios", advierte Alondra Castillo.
Mecanismos fisiológicos
La musicoterapia implica la activación o modificación de una serie de mecanismos fisiológicos a través de los cuales se intenta potenciar o mejorar aspectos deficitarios en el desarrollo. Así, los estímulos musicales son capaces de alterar el trazado de las ondas cerebrales, generando trazados más activos o pasivos; provocar cambios en la respuesta galvánica de la piel (piel de gallina), modificar la frecuencia cardiaca y respiratoria; aumentar la liberación de endorfinas; causar alteraciones en la tensión muscular (relajación) e influir también en el comportamiento del sistema digestivo.
"La música, como actividad placentera, favorece la segregación de endorfinas, lo que colabora a la vez a aumentar la sensación de bienestar de las personas"
Alondra Castillo
Académico UV