Discurso fácil
Se trata de pura demagogia y de subterfugios para ganar elecciones.
El discurso público es cada vez más impreciso, ambiguo y engañoso. Se ha oído decir varias veces: "Los chilenos quieren una nueva constitución"; o "Los chilenos quieren un cambio de modelo económico"; o bien: "La sociedad quiere el aborto" y también: "La educación no es un bien de consumo, sino un derecho social y por tanto gratuito"; y otras frases del género. "Diantres -comenta el observador para sí- ¿Cómo saben estos sujetos que los chilenos quieren una nueva constitución o un cambio de modelo o el aborto?"; y también: ¿Qué diablos significará que algo deba ser gratuito por tratarse de un derecho social? y ¿qué es un derecho social?".
Probablemente estas atribuciones se deban a la creencia generalizada de que si unos cuantos marchan por las calles vociferando gritos y consignas, eso es representativo de "los chilenos" o de "la sociedad". Como algunos estudiantes gritaron en algunas ocasiones por las calles de varias ciudades del país, en efecto, que la educación debe ser gratuita y de calidad (como si las cosas de calidad pudieren ser gratuitas); y alguien, para justificar tan desmesurada, infundada y ruinosa afirmación, creyó que ello se conseguía al convertir la educación en un "derecho social", ahora unas pocas personas, sin gritar, sino reposadamente, creen que el lema facilón de la educación gratuita y de calidad es una aspiración de todos los chilenos, porque está revestido de la prestigiosa armazón de un "derecho" que además es "social".
Cabe preguntarse si el acceso a la vivienda, a la salud, al transporte, a la luz, al agua, al gas, a la recreación, al deporte, no serán también unos "derechos sociales" y, por ende, conducentes a prestaciones gratuitas y de calidad. ¡La verdad es que no se ve por qué no! Así que tarea del próximo gobierno será convertirlos en realidad y de transformar a este país, por ende, en el paraíso terrenal, ojalá que no como el de Venezuela o de los disueltos Estados socialistas.
La verdad, empero, es que se trata de pura demagogia y de subterfugios para ganar elecciones. En vez de decir los candidatos: "Propongo que la educación -habría que precisar si la pública o la privada- sea gratuita, y ello por las siguientes razones; para lo cual creo que deba hacerse esto y lo otro; y pienso, además, que haya de ser de calidad, para lo cual estimo que debe hacerse esto y aquello", en vez de esto, dicen: "La educación es un derecho social, o sea, gratuito y de calidad".
Este último discurso -en general el de los derechos- ahorra probar las afirmaciones, detallar sus razones, explicar los recursos y las vías para conseguir la ejecución. Todo ya está solucionado de antemano y lo único que hace falta es cosechar los votos de los ingenuos y crédulos, a los cuales, por cierto, no les va mal que les paguen la educación y que ésta sea de calidad.