20 años no es nada
Así cantó Gardel. Un gran empresario ya fallecido decía que uno de los problemas graves de nuestro país era su permanente improvisación, donde el corto plazo es un año, el mediano tres y el largo diez. Los "visionarios o estadistas" miran más allá: corto plazo de tres a cinco años, mediano entre veinte y treinta, y largo no menos de cincuenta. Visionarios, entonces, fueron quienes iniciaron la construcción del Molo de Abrigo de Valparaíso en 1912, obra fundamental hasta el día de hoy.
Es difícil hoy consensuar qué se debe entender por corto, mediano y largo plazo. La velocidad de la creación de conocimiento, tecnologías y de las comunicaciones lo impiden. Pero siguiendo al gran Gardel, y solo para estos efectos, podríamos aceptar que una "visión de largo plazo" propia de "visionarios o estadistas", no debe ser inferior a 20 años; menos "no es nada".
¿Quién, dónde y cómo se está pensando nuestra región y nuestro país para 20 años más? "Cuan largo me lo fiais amigo Sancho", diría El Quijote. Resulta difícil. Más aún, cualquiera que pretenda decidir cómo estará nuestra región, país y planeta el 2034 podría ser motejado de "futurólogo".
Pero partamos al revés, sí sabemos qué ocurrió hace 20 años. A nivel internacional: termina el apartheid; Bush y Yeltsin firman acuerdo de desarme nuclear; cae en Medellín Pablo Escobar; asume Clinton; mueren "Cantinflas" y Federico Fellini; aparecen el CD-ROM y Mario Bross; el mejor PC personal es el "486" de 66 megahertz y la WEB contaba con 130 sitios. En nuestro país: en 1993, se canoniza a Sor Teresa de los Andes; la mayoría de edad se rebaja de 21 a 18 años; muere Francisco Flores del Campo; ocurre el "Boinazo"; es electo Eduardo Frei Ruiz-Tagle como Presidente; se incendia la discoteca "Divine" en Valparaíso, etc.
¡Cómo ha cambiado todo en 20 años! Es cierto, es difícil pensar y planificar a largo plazo. Lo importante es que no es imposible. Dicho de otro modo, no porque sea difícil no hay que hacerlo. Solo pensemos en los que planificaron y construyeron el Molo de Abrigo de Valparaíso.
Como no es imposible, sí es exigible a las autoridades que planifiquen a largo plazo y no se circunscriban a su periodo de gobierno. Los particulares tampoco podemos desentendernos de esta responsabilidad. Menos en Valparaíso, ciudad genéticamente pionera, emprendedora y visionaria, de donde nacieron la mayoría de las instituciones, obras y legados del país.
Este es el espíritu de la "Fundación Piensa, Región de Valparaíso"; mirar más allá, generar ideas y consensos, propuestas y estrategias, sin descuidar la realidad y la coyuntura, y con una mirada heterogénea e inclusiva.
Mirar nuestra historia, volver a nuestros orígenes, siempre nos deja alguna enseñanza y un nuevo desafío. Para todo ello, lo primer es pensar.