La llegada del verano y las vacaciones motivan a muchas personas a volcarse a las calles para practicar deporte. Las altas temperaturas y la mayor disponibilidad de tiempo libre, entre otros factores, convierten a muchos en ciclistas, runners o futbolistas aficionados. Pero esta práctica deportiva eventual, sin regularidad y sin demasiado conocimiento de las recomendaciones a seguir, conlleva una serie de riesgos para la salud que, muchas veces, pueden incluso superar los beneficios asociados a la práctica de actividad física. Y uno de estos principales riesgos está vinculado con la deshidratación y los problemas de termorregulación que se producen cuando hacemos actividad física intensa en un ambiente extremadamente caluroso.
Calor
"Apenas un 25 por ciento de la energía que producen los músculos es aprovechada por el propio organismo. El resto se transforma en calor, y el cuerpo necesita eliminar ese calor excesivo. Si no logra eliminarlo adecuadamente, el organismo se calienta y puede fallar, tal cual como pueden fallar un computador o el motor de un auto si su temperatura aumenta demasiado", explica el kinesiólogo Francisco Fleming, profesor de la carrera de kinesiología de la Universidad de Valparaíso y magister en investigación en movimiento, deporte y salud por la Universidad de Rennes, en Francia.
Es la sangre la que se encarga de transportar ese calor hacia la piel y eliminarlo, puede ser por conducción, por convección, por radiación o por evaporación. Cuando hacemos ejercicio en un clima frío, por ejemplo, eliminamos el calor principalmente radiándolo hacia el exterior, aprovechando la diferencia de temperatura con el ambiente. Pero cuando el calor ambiente aumenta, por encima de los 26 o 27 grados, es más difícil radiar el calor hacia el exterior, y empezamos a eliminarlo a través del sudor.
Hidratación
"Ese es el problema, por ejemplo, en los ambientes muy húmedos. Si la humedad del ambiente es muy alta, y la diferencia relativa con la humedad de nuestro cuerpo es poca, es más difícil que ésta se evapore; no podemos eliminar suficiente exceso de calor y la temperatura del cuerpo se eleva", añade el especialista, indicando que uno de los efectos de perder agua de nuestro cuerpo es que la sangre se distribuye con más dificultad en el organismo, lo que obliga al corazón a hacer un esfuerzo extra.
La eliminación de agua también implica la pérdida de electrolitos, minerales presentes en la sangre y en otros líquidos corporales como potasio, sodio, magnesio y otros. Para ello, Fleming recomienda hidratar el cuerpo permanentemente, antes, durante y después del ejercicio, y ojalá con una bebida isotónica que permita recuperar esos minerales, evitando además los calambres musculares. Si no es posible conseguir una bebida especial, consumir agua con una ligera cantidad de sal y azúcar. "Lo normal es perder hasta un dos por ciento del peso corporal en una sesión de ejercicios intensa. Más que eso es peligroso, y superar el cuatro por ciento puede tener el riesgo de un golpe de calor [ver recuadro]. La forma más adecuada de medirlo es pesarse antes y después del ejercicio, y consumir el agua suficiente para recuperar el peso perdido", explica.
Recomendaciones
El kinesiólogo Fleming señala que para evitar los riesgos de la deshidratación y algunos trastornos asociados, como calambres musculares, pérdida de conciencia y golpes de calor, es necesario seguir algunas recomendaciones: hidratarse de manera adecuada; no practicar ejercicio intenso en las horas de más calor (sobre todo cuando la sensación térmica es muy alta y hay mucha radiación del sol y los objetos); utilizar una vestimenta adecuada, que sea ligera, holgada, de colores claros, y que permita la eliminación del calor y el sudor (preferir las tecnologías dry-fit y similares); y planificar adecuadamente las rutinas de entrenamiento, tanto horarios como duración, regularidad e intervalos de cada periodo.
"Si el calor es demasiado es mejor no hacer ninguna actividad física, porque los riesgos pueden ser mayores que los beneficios.
Prescripción de ejercicio
La existencia de enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad y el sobrepeso, no debe ser obstáculo para realizar actividad física, y más bien forma parte del tratamiento para estas dolencias. Pero sí obliga a tomar precauciones y preparar rutinas adaptadas específicamente a esta condición. Por ello, la Escuela de Kinesiología de la Facultad de Medicina de la UV ha preparado el diploma de postítulo Prescripción de ejercicio en enfermedades crónicas no transmisibles, destinado tanto a profesionales de la salud como a profesores de educación física. Más información sobre este programa en el sitio www.uv.cl/postgrado/?id=226
"El cuerpo necesita eliminar el calor excesivo; si no puede hacerlo adecuadamente, el organismo se calienta y puede fallar".
Francisco Fleming,
académico UV.
Golpe de calor
Quizás el más severo de los problemas que puede causar la deshidratación es el denominado "golpe de calor", un conjunto de síntomas que indican una falla en los mecanismos de termorregulación interna y que pueden incluso causar la muerte de la persona que lo sufre. Sus principales síntomas son: La temperatura corporal se eleva por sobre los 40 grados. La persona deja de sudar, la piel se vuelve reseca y caliente. Aumento en la frecuencia cardiaca (pulso alto) y la velocidad de respiración (jadeo). Aumento de la presión arterial. Confusión y pérdida de conciencia parcial o total. Frente a esta situación es necesario reaccionar con urgencia. Lo primordial es enfriar el cuerpo del afectado, poniéndolo a la sombra, ventilándolo y cubriendo su cuerpo con compresas frías (o mojándolo con una manguera). También es necesario hidratarlo, de preferencia con un líquido con propiedades isotónicas, y conducirlo a un centro asistencial de manera inmediata.