Galería Espacio Rojo: una vitrina para el arte contemporáneo nacional desde el Puerto
Cultura. Ubicado cerca del Baburizza, el lugar tiene como objetivo mostrar y vender las obras de los nuevos artistas.
Uno de los grandes atractivos que tiene el Paseo Yugoslavo es el Palacio Baburizza, el cual alberga el Museo de Bellas Artes de Valparaíso que tiene varias colecciones pertenecientes a clásicos de la pintura chilena y europea, como Raffaëlli, Robin, Rugendas y Somerscales, por nombrar solo algunos.
A pocos pasos de allí (exactamente en el pasaje Miramar 175), los turistas que llegan hasta al Baburizza tienen la posibilidad de observar el movimiento artístico más contemporáneo gracias a la galería Espacio Rojo creada por el pintor oriundo de Vallenar Cristián Vega-Rojo, quien se instaló hace tres años en Valparaíso, pero recién el año pasado abrió este lugar que acoge obras de pequeño, mediano y gran formato de artistas como José Benmayor, José Fernández Covich, Paula Manzor, Mario y Tomás Saavedra, y de él mismo para mostrar y vender.
Una larga carrera
Mientras Cristián Vega-Rojo estaba haciendo su tesis de la carrera de Relaciones Públicas, surgió la posibilidad de viajar a San Francisco, EE.UU. La idea era quedarse tres meses, pero terminó residiendo allí por 13 años. Fue en el país del norte donde comenzó una carrera artística que le permitió, además, trabajar en la Cactus Gallery, que incluso apareció destacada en el diario "LA Times", abriendo un espacio no solo para sus colegas latinos, sino también a otras comunidades.
Los dos años que estuvo allí le permitieron entender bien el negocio. Y es por eso que apenas llegó a Chile, Jean Paul Thuillier le ofreció trabajar con él en la galería que tenía ubicada en la Casa Roja del barrio Bellavista, en Santiago.
Sin embargo, Vega-Rojo reconoce que cuando conoció el Puerto pensó en venirse para acá, porque "como viví en San Francisco, que se le parece tanto, me conecté inmediatamente con Valparaíso y su gente que es tan progresista", comenta. Y si bien el sueño era para más adelante cuando ya hubiese consolidado su carrera en el ámbito nacional, el terremoto del 27 de febrero de 2010 lo obligó a adelantar sus planes, ya que la galería quedó en el suelo.
Con los arriendos por las nubes, junto a Thuillier llegaron a Valparaíso para ubicar una nueva galería en calle Ferrari, cerca de La Sebastiana, hasta que el vallenarino decidió emprender el camino solo. Claro que no fue tarea fácil, debido al financiamiento.
Ahí surgió una nueva oportunidad, porque una amiga alemana lo invitó a trabajar en un documental. Con el sueldo obtenido y sus ahorros puedo arrendar una antigua oficina de Conaf: "Tuve suerte, ya que encontré el lugar y fue llegar y colgar los cuadros", asegura el también artista.
Respaldo artístico
La galería es de un solo piso y está dividida en tres espacios. El primero funciona como recepción y venta de artesanías, las cuales también tienen un toque artístico. Por ejemplo, ofrece los típicos chanchitos de Pomaire con diseños exclusivos; o los famosos gatos de la suerte chinos adornados con trajes típicos chilenos, además de trabajos en fieltro.
En la segunda sala se encuentran en exhibición las obras en una ecléctica muestra de estilos y generaciones de pintores en cuadros que han sido elegidos por el propio Cristián Vega-Rojo en base, de alguna manera, a su propio gusto. En la tercera se encuentra el taller del artista y propietario, donde muestra sus propios trabajos en los cuales trabaja durante los meses de invierno.
Respecto a cómo fue armando el trabajo, Vega-Rojo cuenta que al principio invitó a participar a algunos amigos que había conocido en Santiago y Valparaíso, quienes confiaron en lo que él estaba haciendo. Luego esto fue creciendo y actualmente trabaja con un representante que le trae hasta la galería para mostrar la nueva camada de pintores y grabadistas provenientes de todas las ciudades de Chile. El objetivo es seguir creciendo e ir incorporando también otras corrientes, como la fotografía.
Y la pregunta es: ¿Le va bien? "Afortunadamente, la gente que viene al Baburizza está interesada en el arte, así que siempre pasa por aquí. Y mientras yo tenga para pagar el arriendo, para vivir y ser mi propio dueño, soy feliz", concluye.