Nueva tragedia enluta a Valparaíso
Estamos en presencia del más destructivo incendio que haya afectado a Valparaíso, aunque de inmediato ha aflorado el temple de sus habitantes para afrontar la catástrofe.
La catástrofe que está afectando a Valparaíso pone de relieve, una vez más, la vulnerabilidad de la ciudad ante los incendios, derivada de las particulares características topográficas, que ameritan la urgencia de adoptar más y mejores medidas preventivas.
Cuando aún estaba fresca en la memoria la tragedia de Rodelillo y Los Placeres, con sus graves secuelas, se presenta esta nueva emergencia, seguramente el incendio más destructivo en la historia de Valparaíso.
Desde los primeros momentos en que se fue conociendo la enorme magnitud de la emergencia, con un triste saldo de personas fallecidas, lesionadas y un indeterminado número de casas devoradas por las llamas, que deben empinarse por sobre las 500, se puso en marcha una gran cadena solidaria, integrada por una parte por los organismos de gobierno y una gran cantidad de voluntarios, que se dieron de lleno a la recolección de las primeras ayudas para los miles de damnificados. La oportuna declaración de estado de excepción ha permitido que las Fuerzas Armadas hayan asumido el control de la ciudad, aparte de su colaboración directa con los voluntarios del Cuerpo de Bomberos, brigadas de Conaf, Oficina de Emergencia, Cruz Roja y un sinnúmero de instituciones que se han sumado a la tarea de entregar las primeras ayudas y apoyo a los damnificados, muchos de los cuales, con gran entereza, han manifestado su firme voluntad de ponerse de pie y afrontar la catástrofe.
Queda mucho por hacer y en los primeros momentos, las personas son las más importantes, y sobre ellas se ha canalizado la atención tanto de parte de organismos públicos como privados, con una extraordinaria cruzada solidaria. Pero de inmediato, es necesario que se arbitren las medidas más urgentes para tratar de minimizar los peligros que ofrecen para la población, las construcciones, muchas de ellas irregulares, en las partes más altas de las quebradas de nuestra ciudad, que constituyen un gran peligro, ante la ocurrencia de incendios estructurales y forestales, como es el caso presente, que luego se expanden con fuerza y violencia incontrolable como ha estado ocurriendo. En suma, luego del socorro a las personas, la reconstrucción, debe abordarse un más estricto control, ya sea por medio de instrumentos reguladores para evitar o normar en mejor forma la proliferación de viviendas en lomas y quebradas.