Damnificados encuentran en albergues un remanso de paz en medio del caos en sus barrios
valparaíso. Agradecen la disposición de los voluntarios en la Escuela Gaspar Cabrales y la Parroquia San Juan Bosco.
Ricardo Fuentes estaba durmiendo siesta junto a su pareja, en una vivienda emplaza en el campamento El Vergel Alto, en el cerro La Cruz, cuando se dio cuenta de que sus vecinos comenzaron a correr entre medio de las mediaguas donadas por la Fundación Un Techo para Chile. Le preguntó a uno de ellos qué era lo que pasaba. La respuesta: con el dedo índice le señaló una inmensa fumarola que comenzaba a cubrir parte de Valparaíso. Ricardo despertó a su pareja y juntos se unieron a una estampida masiva en el cerro La Cruz.
El comienzo del siniestro, que fulminó cinco cerros de Valparaíso, lo recuerda de este modo: "Todo fue dantesco. Cuando iba corriendo veía las llamas que venían desde el bosque hacia las casas. Avanzaban muy rápido y a su paso destruían todo. Pude ver muchas casas quemándose".
Y, ahora más tranquilo, albergado en el refugio de la Escuela Gaspar Cabrales, agrega: "a la gente de la toma solo le dio tiempo para pescar un poco de ropa y colchones para abrigarnos y salir corriendo. Los bomberos nos dirigieron hacia la Escuela E 298 España para que pudiéramos refugiarnos. Pero estuvimos poco ahí porque decían que las llamas estaban por llegar a ese lugar. Cuando era medianoche con mi parejanos vinimos corriendo hacia este colegio".
Mientras toma un sorbo de un bidón de agua, en medio de una sala de la Escuela Gaspar Cabrales, Ricardo comenta que en el establecimiento educacional ha estado "súper bien atendido" y que si bien "la ayuda ha llegado de a poquito, ha sido más que suficiente".
Su pareja añade que en el albergue se han encontrado con gente que vivía en los cerros Las Cañas y El Litre. "Ellos me contaban lo mismo: que las llamas avanzaron rápido. Que sólo atinaron a correr. En la toma de El Vergel, a vuelo de pájaro, calculo más de 200 familias afectadas en la toma". Y agrega: "Quiero pedir que por favor no abandonen a la gente en toma. Que después se preocupen de nosotros".
Ricardo menciona que, "a pesar de la situación", no ha perdido el humor. Y que hace unas horas le dio "risa" cuando lo visitó "el candidato de las convicciones que imitaba Kramer" (el ministro de Justicia José Antonio Gómez). "El humor y la esperanza, a veces, son lo único que queda", remata.
Constanza Harbain se encuentra trabajando como voluntaria, organizando la parte salud, en la Parroquia Juan Bosco. Manifiesta que le ha suministrado medicamentos a todos los damnificados que presentan síntomas "considerables". Asevera que alrededor de las 5 de la tarde eran aproximadamente 200 personas albergadas en la iglesia.
En uno de los espacios del recinto, donde desde la noche del sábado se alojan los afectados por el siniestro, se encuentra Patricia Rojas, que pasó la primera noche del desastre en la casa de su hijo. Ayer en la mañana, manifiesta, fue al cerro Merced para ver cómo estaba su casa. Relata: "Me encontré con que no había nada. Solo quedaban latas quemadas. Parecía como si hubieran tirado una bomba. Todo estaba convertido en pura chatarra. Cuando me topé con eso los vecinos me contuvieron y me dijeron que nos dirigiéramos a uno de los albergues".
Acompañada de sus nietas, de 9 y 12 años, concluye que en el refugio se encuentra "más tranquila" y que está "agradecida por la atención brindanda por el albergue".