La identificación de ocho puntos críticos en la región al momento de enfrentar temporales es un antecedente de la máxima importancia que hay que tener en cuenta y, sobretodo, trabajar en él.
Aunque en la última lluvia las ciudades costeras de Valparaíso y Viña del Mar sortearon bien la situación climática y resultaron con mayor problema La Calera y Quillota (ambas a las que que obviamente hay que atender con urgencia), lo detectado en las dos primeras requiere de especial atención. El director de Emergencias de la Municipalidad de Valparaíso, Ricardo Valdés, informó que hay tres quebradas que podrían generar problemas y agregó que las zonas erosionadas por el último gran incendio también son monitoreadas para evitar eventuales deslizamientos. Estas son la quebrada Jaime, que descarga sus aguas en Francia; la quebrada Cousiño, que lo hace en Uruguay; y la quebrada Pajonales, que descarga en la avenida Argentina. Cada quebrada cuenta con tranques desarenadores que en las últimas semanas se han mantenido con obras de limpieza 'para contener el sedimento y así impedir que el agua llegue al plan de la ciudad'.
Por otro lado, se indicó que se ha estado observando con especial atención las zonas que más vegetación perdieron con la catástrofe de abril pasado, las que son más propensas a remociones masivas de terreno.
En tanto, en Viña del Mar se han identificado también cuatro puntos críticos sobre los cuales tendrá que concentrarse la atención de las unidades de emergencia. Estos son la conjunción de los sectores Valdés-Vergara-Chorrillos-Cantera; Agua Santa-Recreo; Limonares-Los Abetos-Miraflores-Granadilla; y Reñaca. Todos ellos presentan vulnerabilidad en sus terrenos frente a eventuales escurrimientos.
Aun cuando hemos tenido tres temporales en lo que va corrido del año, el invierno está recién comenzando y, por ende, es perfectamente posible que el país y la región tengan que hacer frente nuevamente a otros desafíos climáticos como los recientemente vividos.
Por ello hay que tener muy en claro la importancia de focalizar recursos en los lugares de mayor riesgo y también mantener las alertas que corresponda ante nuevos lugares peligrosos que se puedan generar con las cambiantes condiciones del clima.