"Si no es una oda, al menos un soneto le estoy debiendo a René Quitral"
"Los puertos no están lejos de ninguna parte". Así justifica Floridor Pérez su cercanía con Valparaíso, pese a haber nacido muchos kilómetros más al sur, en Yates, comuna de Cochamó.
Cuando era un niño, recuerda el poeta y profesor, leyó un libro de Tancredo Pinochet, donde relataba un viaje que había realizado desde Rengo al Puerto, escondido bajo los asientos de tercera clase porque no tenía dinero para pasaje. En Valparaíso el protagonista se embarcó como polizón en un barco que iba a Londres y tuvo que pagar su osadía lavando platos.
"Valparaíso fue siempre para mí la aventura, lo que estaba por conocer, la magia", asegura el escritor, miembro de la generación del 60 y autor de "Poesía chilena del deporte y los juegos".
Y asegura que por ese sentimiento de asombro por la ciudad portuaria, "no podía ser otra cosa que wanderino".
-Cuál es su primer acercamiento con Santiago Wanderers.
- Agustín Squella cuenta en su libro "Soy del Wanderers (y de Valparaíso)" que a los 12 años se hizo hincha de Wanderers, yo tenía once cuando llegué a estudiar en el Liceo de Hombres de Osorno, venía de un lugar más pequeño, Río Frío, en el departamento de Puerto Varas, a dos estaciones de tren de Puerto Montt. Como mi padre era contador de empresas madereras, tenía que vivir en los campos. En primer año del Liceo de Osorno, donde estaba en calidad de medio pupilo, los inspectores, al ver que era medio flaco y debilucho, me sentaron en una mesa con chiquillos de quinto y sexto Humanidades. Entre ellos había uno que venía de Valparaíso. Ahí supe por primera vez que habían equipos profesionales, que había un campeonato nacional y que participaban sólo dos equipos de provincia: el Santiago Wanderers de Valparaíso y el Everton de Viña del Mar.
- ¿Qué sucede en ese momento de su vida?
- Ni entonces ni ahora tengo nada contra Viña del Mar, algo me decía que no era lo mío. De hecho no sabía nada de Viña del Mar, pero sí algunas cosas sobre Valparaíso. Y eso me llevó a ser hincha de Valparaíso y de Wanderers, con mi convicción de provinciano, que no ha cambiado aunque sea habitante de la capital ahora. Mi condición de hincha de la provincia me llevó a ser fanático del mejor representante de la provincia.
- Cómo se acerca al deporte, si usted viene del mundo de la intelectualidad y las letras.
- A mí el fútbol me interesa como una escuela de vida, y ojo que en las escuelas también hay desórdenes, hay expulsados, ocurren cosas interesantes y entretenidas. Si algo aportan los deportes en general es enseñar a jugar en equipo, hoy día el trabajo en equipo está incorporado al trabajo de gerentes, de científicos, de todo el mundo, y eso lo toman del deporte, y en específico del fútbol.
-Coincide con lo que pensaba Albert Camus, quien dijo que donde más aprendió acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, fue en el fútbol.
- Exacto, y tenga usted presente que Camus además era arquero. Jorge Valdano, que algo sabe de fútbol, escribió un comentario para mi libro "Poesía chilena del deporte y los juegos" donde dice que "con el deporte piensa el cuerpo, creando movimientos originales en busca de la satisfacción y del desafío, esa aventura merece ser dignificada por la palabra", además afirma que "este libro es una pelota cuadrada, un bello homenaje que la mente le hace al cuerpo, un acto de justicia a las pasiones populares".
- Cómo se relaciona a través de su historia personal con Wanderers.
- Como todo en mi vida, mi relación con Wanderers también pasa por los libros, de hecho tengo en las manos uno viejísimo que se llama "Wanderers, biografía anecdótica de un club", de Manuel Díaz Omnés, hay otro más reciente que compré en la librería Crisis y está también el de Squella. Leyendo la historia del equipo, uno se da cuenta que es un club que empata con su ciudad en muchas cosas, en Valparaíso surgió el primer diario en lengua castellana y también el primer club de fútbol de América. Además el libro de Díaz dice que es el primer ensayo sobre una institución deportiva en Chile. Eso da cuenta que Valparaíso ha ido siempre en los primeros lugares en la tabla de posiciones a nivel nacional, y hace que la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, se merezca un equipo que vaya a la cabeza, como lo ha ido muchas veces y como lo va también ahora. Imagínese usted, en todo caso, lo que cuesta la planilla del Santiago Wanderers y lo que cuesta la del Colo Colo, con el que está disputando el campeonato. Es para la risa. La ciudad ya tiene el estadio que se merece, y ahora sólo falta mantener un buen plantel. Si hay una buena universidad, no puede estar cambiando todos los años los profesores, porque así no va a funcionar, lo mismo con Wanderers. El equipo ha tenido no sólo grandes jugadores, sino también grandes entrenadores como Francisco Platko, que fue arquero. Cuando yo escuchaba los partidos por la radio, lo que más impresionaba eran las imágenes que se creaban de las voladas de los arqueros, muchos nos rompimos las rodillas imitándolos. Rafael Alberdi, poeta español y gran amigo de Neruda, que estuvo en Chile, tiene en su obra una Oda a Platko, que es verdaderamente muy hermosa. Cuando dirigió acá estuvo en Wanderers, y ahí empezó a ser famoso para mí.
- Cuál es su jugador favorito en la historia caturra.
- Tengo un favorito, desde luego, el héroe deportivo de mi infancia y adolescencia. Empecé a escuchar su nombre en esas radios grandes que había antes en las casas: el finado René Quitral.
- Gran arquero del club, fue subcampeón en 1949, seleccionado nacional y mundialista en Brasil 1950.
- Era un gran arquero y una gran persona, por lo que he podido saber de su historia. A todos les debe pasar que uno se identifica con un club y ese club está representado por una persona, por eso pienso que si no una oda, al menos un soneto le estoy debiendo a René Quitral. Espero pagar esa deuda este año en un libro que se está haciendo en la Universidad de Valparaíso, que es de poesía reunida, donde en una sección está mi Cueca al arquero del curso.
- ¿También escribe canciones?
- Es que termino mis conversas, las visitas a colegios que hago, pidiendo una pareja que baile cueca, y por supuesto que pongo una cueca mía, y en esta edición que haré, en la del Arquero del Curso, le voy a poner una nota abajo que es un homenaje a René Quitral, el héroe deportivo de mi infancia.
- ¿Y cómo va esa cueca?
- Dice así: Si la sala fuera cancha/yo sería el mejor alumno/que el arco sea pizarra/y a ver si me gana alguno/mis reflejos no fallan en biología/y me domino el área en geometría/en geometría sí, pruebas globales/debían definirse a los penales/uno en mi camiseta/no en mi libreta.
Luis Cabrera del Valle