Tras el devastador incendio que en abril del año pasado afectó a miles de viviendas en la parte alta de Valparaíso, se realizó un trabajo de identificación de microbasurales en cerros y quebradas. Se determinó la existencia de 140 de esos vertederos clandestinos y se removieron 32 mil metros cúbicos de material con un gasto de $ 1.400 millones.
De acuerdo a declaraciones formuladas por Andrés Silva, delegado presidencial tras aquel siniestro, la tarea fue asumida por el Cuerpo Militar del Trabajo. Corresponde ahora remover otros 30 mil metros cúbicos de desechos, trabajo que asumirá Conaf, organismo estatal, "debido a competencias técnicas y capacidades de gestión mayores".
Así, la tarea que inicialmente acometería la Municipalidad de Valparaíso, por disposición de la Intendencia Regional, pasó al citado organismo. Entretanto, según el mismo Silva, se aprobaron proyectos por 800 millones de pesos para que la Municipalidad repusiera la infraestructura dañada; sin embargo, dijo, "es donde estamos más atrasados". Agregó que ahora, aludiendo al incendio del fin de semana pasado, "todo el mundo intenta deslindar responsabilidades".
Así, de acuerdo a esas declaraciones, hay definidas dos tareas pendientes: erradicación de los microbasurales y restauración de infraestructura, labores con ejecutores también definidos: Conaf y Municipalidad.
Tras el nuevo siniestro surgen interrogantes sobre los reales avances en esas tareas y, paralelamente, sobre las medidas preventivas aplicadas. ¿Quién fiscaliza el trabajo realizado?
En cuanto a la reposición de infraestructura, accesos y reforestación a que alude el delegado presidencial, es básico asegurar que las inversiones anunciadas no queden expuestas nuevamente al fuego. Para ello, es fundamental erradicar los microbasurales, dotando a Conaf de los medios necesarios. No se trata ya de extinguir siniestros, sino que limpiar, sanear y trasladar los desechos a vertederos formales. ¿Hay plazos fijados para esos trabajos?
Esas tareas exigen estrecha coordinación para que tengan efectividad y logren evitar la reiteración de los devastadores siniestros a los cuales Valparaíso, sus habitantes y sus autoridades no se deben resignar.
Y la tarea no se agota en limpieza y reconstrucción. Ahí solo empieza. La gran tarea es evitar con educación, vigilancia y sanción, que esos explosivos vertederos se vuelvan a formar. Y ello supone, además, un gasto permanente, insoslayable, en buenos servicios de aseo callejero y domiciliario, considerando que ese gasto en Valparaíso es muy elevado debido a su complejidad topográfica.