La hora de rasgar las vestiduras
Desde 1982 que Televisión Nacional de Chile comenzó a transmitir ininterrumpidamente para Semana Santa la película 'Jesús de Nazareth', dirigida por Franco Zefirelli y protagonizada por Robert Powell, aquel entrañable Cristo de ojos azules que terminó siendo la imagen representativa del Salvador en tantas casas chilenas durante esa compleja década. Verla, una y otra vez, permite reencantarse al menos año por medio con cada uno de sus personajes, entre los cuales destaca el majestuoso Caifás, encarnado por Anthony Queen, cuyas vestiduras volvieron a a rasgarse con mayor tensión dramática que nunca por estos días. El Chile de hoy, sumido en una severa crisis institucional y política, mas no terminal, ha llevado a muchos a seguir los pasos de Caifás, exigiendo la máxima intolerancia para con todos los que se vean involucrados e incluso solo mencionados en supuestos ilícitos tributarios y de financiamiento político de campañas por intermedio de las distintas aristas surgidas a partir del caso por fraude al Fondo de Utilidades Tributarias (FUT). Entonces es cuando comienzan los agoreros a hablar del fracaso definitivo de la democracia en Chile, la transición y todos los procesos que se combinaron desde 1990 a la fecha para convertir al país en lo que es hoy.
¿Y qué es eso? Una nación estable, mayoritariamente segura, con casos de corrupción aislados y en la cual los ejercicios democráticos son impecables, con presidentes salientes entregando el cargo a su opositor político sin trauma ni distancia alguna. Los reparos a la actual gestión presidencial y a las múltiples reformas en marcha también son parte de esa citada democracia ejemplar, como asimismo la cada vez mayor presencia de organizaciones civiles en la discusión y toma de decisiones. Una Presidenta con 31% de aprobación ciudadana -como registró la última encuesta Adimark- no es ninguna catástrofe, menos al lado de otros referentes mundiales cercanos, como Dilma Rousseff, con una caída en picada que la tiene con un 12% de popularidad y un escándalo mayúsculo en la principal empresa pública del país, como es Petrobras. ¿Qué ocurrirá a continuación? Pocos pueden preverlo, pero en círculos políticos ya se habla de que nuestra Presidenta está en un túnel sin salida, del cual sólo la puede sacar un rotundo golpe de timón ministerial, para incluir a prohombres de la política que hoy tanta falta harían. Otros abogan por una asamblea constituyente y unos terceros alertan sobre los siempre amenazantes caudillismos. Es de esperar que los fariseos locales no contribuyan a esa caída que hace solo meses parecían tan lejana.