El retrato de un momento histórico
Cine. El documental "Escapes de gas", que se estrena el jueves, cuenta la historia del edificio de la UNCTAD III.
En 1971, el Presidente Salvador Allende anunciaba que al año siguiente Chile sería la sede de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Era un desafío enorme para el país, ya que no solo había que organizar el evento, sino también construir en menos de un año un edificio que pudiese albergar a los tres mil delegados que participarían en este.
Es así como en pocos días se proyectó y comenzó a construir el edificio de la UNCTAD III -donde actualmente se emplaza el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM)-, que fue levantado en solo 275 días con un equipo conformado por obreros y voluntarios que cumplían turnos de hasta doce horas diarias.
En paralelo a la obra mayor se encargó al artista plástico Eduardo Martínez Bonati que reuniera a varios colegas para trabajar en torno al sitio y darle un enfoque más artístico. En total fueron 34 artistas y artesanos, como Roberto Matta y Nemesio Antúnez, que aportaron con ideas y obras que junto con adornar fueran funcionales. Entre ellas destaca la chimenea para expulsar los gases del interior que estuvo a cargo del escultor Félix Maruenda.
La estructura funcionó como Centro Cultural hasta el golpe de Estado de 1973. La Junta Militar ocupó el edificio como su centro de operaciones, haciendo desaparecer gran parte de las obras y nombrándolo Diego Portales hasta la década siguiente, cuando pasó a ser la sede legislativa. Tras la llegad de la democracia, el lugar funcionó como centro de conferencias y convenciones hasta que en 2006 un incendio arrasó con parte de su estructura principal, lo que permitió que finalmente volviera a su origen. Cuatro años más tarde se refundó como centro cultural.
Compromiso con el arte
A mediados de la década del 2000, Bruno Salas estudiaba Artes Visuales y desarrollaba varias obras en la que el edificio de la UNCTAD tenía un papel central, pues "es un caso excepcional de participación colectiva y creación artística en Chile, así como de innovación en los métodos constructivos y de organización", dice.
Es por eso que, relata, "estaba absolutamente comprometido con dar a conocer su historia, ya que se trata de uno de los momentos más significativos en el arte chileno contemporáneo, que integró las obras de 34 artistas y artesanos de distintas disciplinas con un compromiso en común", por lo que se propuso llevar esta historia a una película con el objetivo de "traer al presente el espíritu de ese gran proyecto colectivo". El resultado fue el documental "Escapes de gas", que se estrena este jueves en Valparaíso (ver ficha) y que llega con el aval de haber ganado dos premios en el pasado Sanfic.
Según cuenta el realizador, "me obsesioné con encontrar filmografía de la UNCTAD III. Tardé siete años en recopilar todo el material. Conseguimos imágenes de los noticiarios Emelco, Chile Films, TVN y otros archivos privados", de tal manera que la cinta retrata la historia del edificio a través de imágenes de archivos, mezcladas con testimonios, como el del arquitecto Miguel Lawner, quien participó en la planificación del edificio; Marco Silva, uno de los trabajadores que estuvo en la obra; y Eduardo Martínez Bonati.
"No buscaba el punto de vista de un teórico o un especialista, sino la transmisión de la experiencia directa de estos viejos sabios que en el Gobierno de Allende eran muy jóvenes y cumplieron con una gran responsabilidad. Todos son grandes personajes; sin embargo, tuvimos especial cuidado con que ninguno fuera el protagonista de la película, haciendo honor al espíritu colectivo que predominó en la construcción del edificio".
Si bien en poco más de una hora se cuenta la historia del lugar, hay un énfasis especial en la parte artística. En este sentido, el realizador considera que su documental "abre la posibilidad de que algunas de las obras de arte originales del edificio aparezcan. Posiblemente algunas no fueron destruidas, sino vendidas o permanecen guardadas".
Precisamente este trabajo de recuperación también está incluido en el documental de la mano de Joaquín Maruenda, hijo del escultor que ya se encuentra trabajando en la restauración de la chimenea, que se encontraba abandonada en una bodega.