Se puede decir que Hermann Mies y su esposa Matilde Moreno, son del grupo de pioneros del barrio industrial de El Belloto, en Quilpué. Conocidos por su carácter filantrópico se destaca su fuerza por el emprendimiento y por haber fundado una de las maestranzas industriales más pujantes de la región.
Pero hoy hacen noticia por otro motivo. Este sábado 25 de abril festejarán sus bodas de oro. Una historia que comenzó cerca de Rancagua en 1965 y que hoy cuenta con un valioso inventario, más allá de los fierros y las máquinas: 5 hijos, 16 nietos y una historia de amor que recién comienza... con miras a otros 50 años.
Este ciudadano alemán, que llegó a Chile en 1963 "escapando" del servicio militar en su país, sostiene que cada día junto a su mujer es una aventura, la cual comenzó después de un irrisorio intento de pie de cueca en una fonda de Machalí, pero que le sirvió como el flechazo inicial. "Para nosotros lo más importante ha sido la unión familiar desde un comienzo, de una capacidad de discutir y analizar todos los pro y los contra, porque entre un alemán y una chilena tienen que ceder por los dos lados, si no la cosa no funciona".
- Pero habrá habido una que otra discusión, supongo...
- Por suerte no hemos tenido en estos 50 años de matrimonio ninguna discusión seria que pudiera afectar la unión matrimonial. Tenemos una familia muy unida.
- ¿Qué recuerda de los comienzos de su matrimonio?
- Que fue muy precario, muy sencillo, trabajando los dos juntos y remando para el mismo lado los dos.
- ¿Y cómo es que deciden instalarse en Quilpué?
- Yo creo que aprovechamos las circunstancias. Tomamos la decisión previa de una estadía en Alemania, donde no nos fue bien y volvimos a Chile el año 68, donde nos instalamos en Chillán. Pero la cosa no estaba bien así es que el año 75 vendimos todo en Chillán, y aquí en Quilpué la Corfo estaba impulsando el parque industrial de El Belloto, así es que nos vinimos para acá, me dieron un crédito, y aquí nos fue mejor porque pudimos atender a los barcos y sobre todo a la minería.
- Y en estos 50 años ¿su esposa también ha tenido injerencia en los negocios?
- Mi señora desde el comienzo no sólo era madre sino también era la jefa administrativa. Durante todos estos años hasta que llegó la computación -cuenta entre risas Mies- y ahí le dijo chao. Pero ella veía bancos, los sueldos, los proveedores, las cuentas, los impuestos. Ella con mucha capacidad, todo a lápiz, todo a mano, supo hacer la administración de esta empresa.
- ¿Y sus hijos también colaboran con la empresa?
- En estos momentos mis dos hijos mayores trabajan acá, uno como gerente general y el otro como gerente de Administración y Finanzas. Es una empresa familiar, lo que hoy en día no dura mucho porque a menudo en las generaciones nuevas hay otro espíritu y otros enfoques, un poco más concentrado en lo económico. Aquí no solo trabajan dos hijos sino que tenemos un nieto trabajando aquí.
- Sin su familia esta industria habría tomado otro rumbo tal vez
- Sí. Creo que no hubiera tenido esta constancia ni adaptación a las circunstancias.
El matrimonio
-¿Qué le parece que el concepto "matrimonio" esté cuestionado por las nuevas generaciones?
- Mire, la felicidad se la construye uno; no hay que esperar que otros le aporten felicidad. Y se tiene que ser perseverante, y yo creo que la unión entre un hombre y una mujer se proyecta hacia el futuro, por ellos mismos y por los hijos. Es decir, si usted tiene un buen proyecto, no lo va a abandonar, y no lo digo solo por la parte económica, yo hablo de un proyecto de vida, de cariño, en que si mañana tengo un problema sé a quién recurrir, porque así se hace más fácil sobrellevar un problema.
- Pero hoy la preferencia es "vivir en pareja"…
- Estos matrimonios fugaces, estos conocimientos fugaces, esto de vivir en pareja mientras las cosas se dan bien, pero cuando las cosas se dan mal cambia todo, y como hoy no existe dependencia económica, y la mujer tiene su plata y el hombre tiene su lata, es mucho más fácil separarse. Pero si hay un solo bote en el cual están los dos, nadie va a perforar ese bote.
- ¿Y qué les estaría faltando a estas personas según usted?
- Yo creo que les falta paciencia, perseverancia, y el amor, porque con eso se puede solucionar todo si se quieren.
- Antes era muy común que los matrimonios duraran 50 años pero hoy es muy atípico…
- No debería ser noticia porque los matrimonios son para siempre no para quince días. Lo que pasa es que lo valores están cambiados; hoy el éxito económico es el norte y no la felicidad y eso pasa en todos lados. No sólo los pobres se separan también los ricos, y hoy tal vez más los ricos.
- ¿Eso también lo vio con sus padres?
- Yo vengo de una familia de 12 hermanos en un pueblo chico que se llama Auel cerca de la frontera con Bélgica. Mi mamá también hacía de todo y cantaba durante toda la vida pese a tener mucho trabajo y problemas, pero era una persona contenta. Yo hago mucha insistencia en la familia pero ese camino hay que trabajarlo, hay que pavimentarlo. A mí me decían 'alemán cuadrado, nunca vas a poder convivir con una chilena regalona, más flexible'. Pero aquí estoy; fue absolutamente posible.
"No debería ser noticia porque los matrimonios son para siempre no para quince días. Lo que pasa es que lo valores están cambiados"
"A menudo en las generaciones nuevas hay otro espíritu y otros enfoques, un poco más concentrado en lo económico"