Envejecer es un proceso natural e irreversible al que estamos expuestos todos los seres humanos, por lo que éste no es ni debe ser tratado como una enfermedad. De hecho, sus efectos están determinados, en gran medida, por nuestra herencia genética, hábitos y estilo de vida.
Uno de los aspectos vinculados al envejecimiento que más atención y preocupación despierta entre las personas, a medida que van avanzando en edad, es el déficit que pueden experimentar algunas funciones cognitivas específicas, en especial la memoria y el lenguaje.
Es habitual que, poco a poco, hombres y mujeres evidencien ciertas dificultades asociadas a la capacidad para retener información, poner atención, evocar palabras y recuerdos. Se trata de un fenómeno denominado "declive cognitivo asociado a la edad", el que, según estudios recientes, puede ser retardado y/o detenido mediante un entrenamiento sistemático, tanto físico como mental. Para tal efecto, es necesario que las personas conozcan y entiendan que el deterioro de dichas funciones es más una consecuencia del desuso de las mismas que un efecto directo de la edad.
Señales
La principal dificultad vinculada al envejecimiento tiene que ver con la velocidad de procesamiento de la información, ya que con el paso del tiempo nuestro cerebro se hace más lento. Por tal motivo, ejercitar nuestra mente debe ser una constante.
"La mayor dificultad a nivel cognitivo es la pérdida de memoria, en especial la denominada 'memoria inmediata'. Por ejemplo, no recordar dónde dejamos las llaves de la casa u olvidar un mensaje reciente de algún amigo o familiar. También es común no poder recordar nombres o rostros, aunque esto es relacionado más con la capacidad de atención, que también se ve disminuida", afirma Viviana García Ubillo, profesora y candidata a magíster en Gerontología Social de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso.
Al respecto, la especialista advierte que si bien la genética también tiene un rol importante, es más bien el factor ambiental el que acrecienta estas dificultades. Al punto que algunos estudios han revelado que situaciones como jubilarse o dejar de trabajar y la falta de contacto social aumentan las posibilidades de que nuestras funciones cognitivas se deterioren.
"Es importante que estas dificultades que surgen con la edad no interfieran en las actividades de la vida diaria. Si éstas se ven comprometidas estaríamos en presencia de un deterioro mayor. Es sabido que la disminución de las capacidades cognitivas y físicas puede derivar en la perdida de la independencia y autonomía. Ésta constituye una de las principales preocupaciones de las personas mayores y el gran desafío de la gerontogeriatría", argumenta Viviana García.
Rol del entorno
El entorno juega un rol preponderante en este ámbito, ya que actúa como agente estimulador en las personas mayores, al proporcionar instancias de participación social que promueven el desarrollo de actividad física y cognitiva.
"Está comprobado que la falta de relaciones sociales y la soledad incrementan el deterioro cognitivo. Por eso es bueno mantener relaciones sociales y/o generar nuevas redes, a través de la participación en organizaciones y centros comunitarios", sentencia la docente de la UV.
A lo anterior se debe agregar el hecho que el entrenamiento combinado a nivel cognitivo y motor tiene un impacto positivo en las personas mayores.
Por eso, los adultos que participan de actividades físicas en forma permanente o en talleres de canto, teatro o artes manuales se mantienen jóvenes por mucho más tiempo, tanto de espíritu y cuerpo.