Cómo olvidar el silencio
Fue ésta una semana extraña, de aquéllas que seguramente no quedarán en las páginas de ningún libro de historia regional, pero sí en la memoria colectiva de una población que ya no sabe qué esperar de sus autoridades, aunque -a estas alturas del partido- tampoco existan demasiadas expectativas al respecto.
A nivel nacional, las reformas y decisiones impulsadas por el gobierno central pueden tener mil defectos, pero si algo debe reconocérsele a la Presidenta, Michelle Bachelet, eso es precisamente la convicción de que su programa, sus medidas, o su secretismo a la hora de la toma de decisiones, responden al accionar que ella cree es el mejor para el país. Acá, en la Región de Valparaíso, pasa exactamente lo contrario. La inexistencia de un relato, esbozado a comienzos de su gestión por el jefe regional, pero diluido en el tiempo tras los primeros tropiezos, se suma a la inacción absoluta respecto de las urgencias que se requieren para sacar adelante el trafagoso estado en el cual se encuentra la economía, el empleo, la seguridad y tantas otras variables del diario vivir.
Entretanto, debemos asumir en silencio el dolor de dos estudiantes muertos y otro gravemente herido en marchas estudiantiles, desmanes por montones en las movilizaciones y la poco honrosa distinción de ser la única sede de la Copa América a la cual "se le fue en collera" la organización en términos de tránsito y seguridad.
A ratos puede creerse que el miedo a repetir episodios del pasado llevó a la actual administración a una lentitud y burocracia incompatibles con los tiempos que corren, pero a la luz del oscuro y aún inexplicado lío de dineros en los proyectos de recuperación turística y anímica de Quintero y Puchuncaví tras el derrame de petróleo, pareciera ser que a pocos les interesa dilucidar dónde fueron a parar esos cuestionados millones de pesos, mientras la justicia allana oficinas públicas y privadas, y la directora de Sernatur sale, supuestamente con días administrativos o vacaciones. Entre tanto, uno de los asesores del intendente -precisamente quien estuviera a cargo del pos desastre en Quintero- continúa en funciones, pese a que el exministro del Interior ordenó su salida poco antes de que -paradojalmente- terminara saliendo él. Finalmente, la ausencia absoluta de agenda y la terca mantención de ciertos personajes que en nada han aportado, terminó por lapidar un proyecto que, pese a los inesperados desastres (incendio, derrame y sequía), prometía mucho más de lo que terminó siendo. Los portugueses tienen una palabra para este sentimiento: , que se refiere a la nostalgia, no por lo que fue, sino por lo que pudo haber sido. Por estos pagos, sin embargo, no tenemos palabras de ese calibre o, mejor dicho, ni siquiera tenemos palabras, porque ninguna autoridad se anima a dar una respuesta o una señal consistente. Como bien decía el poeta, corren tiempos grises, de mediocridad rampante: años de apariencia tranquila, pero amargo fondo.