El manejo del dolor y su aporte a los tratamientos dentales en niños
FUNDAMENTO. Las técnicas que integran aspectos sensoriales y emocionales son las que logran mejores resultados, sobre todo entre los especialistas en Odontopediatría.
El temor a sufrir dolor es uno de los factores que más inhibe a las personas al momento de tomar la decisión de acudir al dentista, ya sea para realizarse un control de rutina o un tratamiento específico. Una mayoría, incluso, asocia al dolor de manera directa con este tipo de profesionales, a pesar de los avances que en las últimas décadas han experimentado el conocimiento tanto de las técnicas como de los instrumentos odontológicos, lo que ha contribuido de gran manera a aminorar los eventuales malestares que puede generar una intervención bucal común.
Una encuesta científica realizada hace algunos años en España reveló que más del sesenta por ciento de las personas admite sentir "mucho" o "muchísimo miedo" a la hora de tener que visitar al dentista, por creer que éste será "brusco" o porque estima que sufrirá daños en la boca, entre otras razones.
Esa sensación la padecen los hombres y las mujeres por igual, pero especialmente los niños, que heredan el temor de sus propios padres. Lo anterior hace que muchos de ellos acudan al odontólogo en forma tardía o cuando la patología que los afecta -en especial caries y maloclusiones- presentan una progresión potencialmente dolorosa, lo que confirma su temor inicial y los predispone a no volver a ver con posterioridad al especialista.
Mejor comprensión
Por todo lo anterior, el control del dolor de origen dental en los niños es en la actualidad uno de los desafíos más difíciles de enfrentar para los dentistas, ya que da cuenta de un fenómeno que involucra respuestas sensoriales fisiológicas y, también, aspectos emocionales y motivacionales del comportamiento humano. En consecuencia, los procedimientos odontológicos destinados a evitarlo deben estar basados en una comprensión más amplia de las señales y/o sensaciones que lo originan.
"Los niños responden positivamente a las estrategias de manejo del dolor que consideran -al mismo tiempo- sus aspectos sensoriales y emocionales, lo que favorece una mejor aproximación al tratamiento odontológico. Por eso, es necesario que los tratamientos dentales los realicen personas entrenadas en atender a este tipo de pacientes, con capacidades de comunicación y habilidades técnicas de manejo del comportamiento", afirma la doctora Kiyoko Suzuki, profesora e investigadora de la Facultad de Odontología de la Universidad de Valparaíso. En tal sentido, la odontopediatra explica que las estrategias de control del dolor van más allá, por ejemplo, del uso de las anestesias que se aplican de manera habitual. "En realidad, de lo que hablamos es de la integración de técnicas de manejo del comportamiento infantil y de la atención que es capaz de brindar el dentista durante un procedimiento", enfatiza la docente de la UV.
Contexto clínico
Entre las principales técnicas de manejo del dolor asociadas al comportamiento figuran la distracción y la desensibilización, que permiten disminuir el miedo y la ansiedad de un paciente que es sometido a un tratamiento bucal, independiente de su edad.
Por el contrario, uno de los factores que más influye en contra de las estrategias destinadas a su control son las experiencias dolorosas pasadas, ya que suelen comprometer el éxito de futuras intervenciones o tratamientos.
Estas situaciones son especialmente relevantes de evaluar en los niños, dado que además de encontrarse en etapas iniciales de desarrollo físico y mental, sus dientes se encuentran en estado de reabsorción y de recambio.
En ese contexto, la doctora Suzuki asegura que -según la evidencia actual- las formas más efectivas de proceder ante una potencial manifestación de dolor es considerar tanto la información que surja de un auto-reporte (lo que declara el niño) como de la escala de dolor (lo que indica el niño), que en odontopediatría no siempre se pueden efectuar por el nivel cognitivo del paciente, por lo que anticiparse a la sensación durante los procedimientos es fundamental.
Investigación
Una de las partes más sensibles de todo diente es su pulpa, debido a que es un tejido altamente inervado. Por ello, es fundamental prevenir patologías que puedan afectarla, ya que los tratamientos que la involucran pueden llegar a ser dolorosos.
En ese entendido, conocer el estado de la pulpa dental es clave, sobre todo en los niños que comienzan a reemplazar sus dientes "de leche" por definitivos.
Con ese objetivo, la doctora Kiyoko Suzuki -junto a un equipo de especialistas de la Clínica Infantil de la Facultad de Odontología y la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, a través de la ejecución de un proyecto Fondecyt- se encuentra investigando la capacidad de defensa y regeneración de la pulpa dental durante la progresión de la reabsorción radicular fisiológica del diente hasta etapas avanzadas de su proceso exfoliativo. Este trabajo busca aportar información que permita decidir qué tratamientos y qué estrategias de manejo del dolor son más los apropiados en intervenciones de este tipo.