Hay quienes consideran que definir la creatividad es un acto paradójico en sí mismo, pues se trata de un acto complejo y misterioso, tal como lo sugiere su raíz latina "creare" (que surja algo de la nada misma).
Tradicionalmente relacionada con las artes, hoy se asume que la creatividad es pertinente en el diseño y la ingeniería, la gestión y la economía, la educación, la política y la participación ciudadana. La razón de esto es que en todos estos ámbitos se requiere innovación y la creatividad es su input principal.
Resulta evidente que, en el mundo actual, la creatividad se ha convertido en una necesidad transversal. En el contexto de los bienes y servicios, más de alguna vez nos hemos encontrado paralizados frente a una góndola por la dificultad de elegir el producto que supuestamente está dirigido a nosotros, dada la inmensa cantidad de artículos disponibles, sumamente similares unos a otros. Sin duda, día a día surgen nuevos productos (alta innovación), pero de muy baja diferenciación entre sí (baja creatividad).
¿Somos un país creativo?
Lamentablemente, no. Solo cabe tener presente que la creatividad utiliza mucho el juego, la contradicción, la analogía y el cambio de supuestos, aspectos que tienden a restringirse y menospreciarse cuando los niños ingresan al primer ciclo básico, ya que lo que pasa a ser primordial en la educación tradicional es el pensamiento estructurado y crítico, la memorización, la lógica preexistente y la eficiencia y eficacia casi como dogmas intocables.
Las razones de este actuar son diversas, pero entre los aspectos más relevantes destacan un currículum rígido, con fuerte énfasis en los contenidos, lo que prácticamente obliga a los docentes a reducir la interacción y el estímulo a los estudiantes. En todo caso, de existir tiempo y capacidades para una mayor estimulación, se opta por el camino conocido: reforzar lo mecanicista. Otros factores son la baja formación docente en técnicas y métodos creativos que hacen difícil el interactuar con alumnos naturalmente "diferentes" o estimularlos sin "perder el control". Igual situación se aprecia en educación superior, con el agravante que -a esta altura- son los mismos estudiantes los que valoran como secundaria la capacidad de generar "opciones"; ya han aprendido cómo funciona el sistema educacional y cómo se obtienen "resultados".
A nivel social, la situación no es muy diferente, ya que si intentamos hacer algo de un modo novedoso, siempre está presente la posibilidad de que nos podamos equivocar, y no valoramos el fracaso y el error como fuente positiva de experiencia y aprendizaje. Más aún, lo novedoso puede sufrir el impacto de una sociedad envidiosa, tradicionalista e, incluso, "chaquetera".
En otros países y culturas la situación es muy distinta, estimulándose a las personas a que cambien y se atrevan. En el contexto empresarial se plantea, incluso, que si los empleados nunca se equivocan, significa que no están intentando nada nuevo, lo que no es aceptable. Esto va acompañado, por cierto, de sistemas de evaluación de desempeño y otras prácticas organizacionales ad-hoc, con una visión a más a largo plazo y una alta flexibilidad organizacional. Lamentablemente, nuestra situación nacional -en distintos contextos- dista mucho de estas realidades extranjeras.
Tres claves para impulsar la creatividad
En primer término, cabe precisar que la creatividad no surge de la "nada", sino que por el contrario, siempre debe "iniciarse" de algo concreto (un producto, un proceso, una situación social, un problema, una oportunidad, etc.). Esto no restringe a variaciones solo marginales respecto al punto inicial, sino también son posibles alternativas rupturistas, en la medida que se utilice técnicas adecuadas. En esta perspectiva, lo que se busca es efectivamente creatividad y no mera imaginación, es decir se pretende alcanzar utilidad y elaboración, y no solo originalidad y variedad.
Una segunda clave es el "asegurar" un pensamiento provocador, que genere una ruptura que permita escapar de la lógica imperante, con el fin de estimular la ideación en el más amplio sentido. Lo que se busca en propiciar la variedad. En el ámbito social, en la sala de clases o en una empresa, podríamos reinterpretar todas las provocaciones que surgen como oportunidades y no como meros problemas.
La clave para que esta provocación no se quede en la mera arenga, reclamo o disrupción es el tercer aspecto crítico: el generar medios, de la más diversa naturaleza, para detectar e internalizar dichas provocaciones, más aún, para propiciarlas. Estos medios debieran ser pertinentes al contexto relevante: político-sociales en la sociedad, educacionales en el establecimiento escolar y administrativos en la empresa. Al parecer, a nivel de sistemas y procesos que cooperen en tal sentid o queda bastante por hacer.