"Me llama la atención la confianza de entrar en un lugar y encerrarse"
El español Fernando Aceña es un inventor que vive dentro de su invento. Una casa-taller-museo que asemeja a una cámara oscura rodante. Junto a su perro Yagán, viaja por pueblos del sur y del norte de Chile enseñando a niños y adultos la historia de la luz y la formación imagen, haciendo uso de los lentes que sobresalen del chasis como proyectores que reflectan el origen de este descubrimiento: la transformación de la luz a través de la sombra.
Tres años exactos tardó en construir con manos propias su invento rodante. Instalado en Olmué, se tomó el tiempo necesario para desplegar sus conocimientos de electricista y mecánico industrial, oficios anteriores a las de ser fotógrafo, para llevarlo a cabo. El también cocreador de Cámara Lúcida en Valparaíso no siguió ningún manual ni se basó en un modelo ya existente, su invento fue algo que fue surgiendo de la imaginación, de un proceso constructivo en función de distintos usos simultáneos, de la visión creativa que en sinergia con inteligencia práctica y la manualidad transforman una idea en un invento genial.
El resultado fue el Museo Interactivo de la Luz, que actualmente se encuentra recorriendo Atacama en el marco del 6° Festival Internacional de Fotografía en Valparaíso (ver nota relacionada). Pero antes de ello, en agosto específicamente, el artista visual Tomás Elizalde tuvo la oportunidad de hablar con Fernando Aceña mientras se encontraba en Ovalle. He aquí el resultado de esa entrevista.
- ¿Cómo y cuándo se te ocurrió este invento?
- Esta idea en específico nace hace cuatro años. Empecé por buscar el vehículo, me pasé medio año en eso hasta que lo encontré, aunque la idea inicial era comprar algo más armado y transformarlo. Pero al final me decidí por este cacharro y comencé el diseño de cero. En enero de 2012 principié con los primeros trabajos y en enero de 2015 partí la travesía.
- ¿Cómo es esto de vivir en tu casa-taller móvil y abrirla como museo al público?
- Más que ser un cacho es lo contrario. Te obliga a minimizar tus cosas de vida, a ser más austero, no depender de tanto, aunque de lo poco que uno depende debe andar bien. Otro aspecto muy importante es que he aprendido a ser muy atento para calcular esta exigencia de tener que cambiar el espacio en un par de horas.
- ¿Algún inconveniente en el camino?
- El tema del financiamiento es un inconveniente en este momento. Nada grave ni menos algo que me desaliente, pero a su vez sé que es fundamental para continuar con este proyecto. Más que esto, todo marcha muy bien.
- ¿Te da para vivir y seguir camino?
- Sí. Hasta el momento han pasado seis meses y he podido arreglármelas, aunque lo único que no he podido es ahorrar para pagar el permiso de circulación. Estoy viviendo el día a día, ya que no tengo ningún sponsor ni tampoco un mecenas para este proyecto. Aunque sería bueno, aliviaría esta parte para estar más tranquilo. Lo máximo que he llegado a ahorrar son ochenta mil.
Labor educativa
- ¿Cuál es el objetivo del Museo Interactivo de la Luz?
- Por un lado, crear una escuela móvil donde se enseñe las representaciones de la luz a través de lentes, qué es lo que conforma la imagen. Esto es el perfil educativo. Por otro lado, tener un taller propio, un espacio, una casa que permita desplazarme, viajar haciendo lo que me gusta, tener libertad total para moverme siguiendo el ritmo de lo que va sucediendo, de cómo se van dando las cosas. Como no tengo itinerario me dejo llevar y de alguna manera el objetivo también funciona de esta manera, improvisando el camino, supongo que si estuviera siempre en el mismo lugar el sentido no sería igual. Además, siempre es bueno estar de paso, porque así como los antiguos fotógrafos, el hecho de que sea una visita transitoria, genera más curiosidad. Ahora lo que creo que está pasando es el tema de cómo a las personas les interesa que tú vivas adentro, ya que muchas veces uno trata de obviarlo. A la gente no le genera un conflicto esto de separar la vida íntima con lo profesional abierto al público, siendo que ambas están en el mismo espacio. Ha sido muy satisfactorio esto que sucede; y en el fondo, aunque no es mi objetivo, para la gente sí lo es, porque al final la experiencia en el interior del museo es un todo.
- ¿Cuál es la reacción que más te ha llamado la atención de alguno de los visitantes?
- No recuerdo alguna de una persona en particular, aunque sí la magia -por así decirlo- que surge de las proyecciones, del efecto de la cámara oscura, trae mucha expectación y goce, sobre todo a los niños, quienes se rodean más de este tipo de mundos. Algo que me llama la atención también es la confianza de entrar en un lugar y encerrarse, tener esa disposición para entrar en un lugar que no se sabe bien qué va a pasar. Me acuerdo de personas adultas que ya habían visto cámaras oscuras de niños, que esa experiencia vuelva a rememorarse y verlo desde otro punto de vista ha sido muy interesante, sobre todo porque son ellos los más suspicaces al momento de entrar al museo.
- ¿Cómo viven los niños esta experiencia, considerando que parte de tu objetivo está enfocado a la labor educativa?
- Una mezcla entre sorpresa y revelación. Los niños creen en la magia y, en ese sentido, ven algo que los adultos no vemos porque somos más pragmáticos, más racionales. Muchos de ellos al entrar se comportan inquietos con esto de estar a obscuras y empiezan a jugar y a tocar todo. Luego, yo comienzo con una introducción histórica antes de hacer los experimentos de la luz con los lentes. Al principio quedan absortos y preguntan bastante; luego viene la sinergia de la participación y todos quieren ser parte de la magia. Al final me doy cuenta que la explicación si bien la captan, no les importa tanto porque en el fondo valoran más ser artífices de esta experiencia, estar ahí dentro como si estuviesen en una nave espacial, más que otra cosa. La mayor empatía de ellos con el museo es que se asemeja a cómo los niños viven a diario su mundo.
- ¿Qué es lo mejor que te ha sucedido en esta experiencia móvil?
- El romper el tiempo. El cambiar la preocupación del tiempo, aunque no sé si eso es verdad del todo. Sé que para moverme debo trabajar en cada lugar y eso me gusta. Ahora tengo veinte lucas, pero eso también es positivo. Siempre había hecho un viaje con ida y vuelta. Acabo de cumplir cuarenta años y es la primera vez que hago un viaje en libertad de tiempo. Mi búsqueda, la parte personal de esta experiencia, también tiene que ver en qué quiero hacer después, a dónde voy a ir en un futuro. El tema de vivir con aportes voluntarios ha sido una cosa bonita, tengo muchas monedas, eso es realmente dinero en efectivo, no tengo que usar tarjeta. Digamos que estoy observando, además del paisaje y las imágenes a través de los lentes, el dinero, superar los miedos, darle la importancia justa y necesaria. La pregunta que más me hago por estos días es ¿cuánto derecho tiene una persona en vivir en un espacio público? Esa es también una reacción curiosa de la gente cuando ve instalado en su entorno un cacharro como este que se queda días y comienza a ser parte del imaginario colectivo. El derecho y el respeto son lo mismo.
- Yagán, tu perro, además de acompañarte, ¿cumple alguna función en el museo?
- Yagán es el cuidador del museo. Este perro me llegó de casualidad y se quedó conmigo. También me cuida. En las aventuras clásicas siempre hay un perro, digamos que es parte de esta historia.
- ¿Te gustaría llegar a algún lugar en especial con este proyecto?
- Al sur, a la parte austral, Patagonia. Llegar al fondo del asunto (...) Siento que debo ir para allá. Pasar por Concepción, la zona de Osorno, Puerto Montt, Chiloé, quedarse antes un tiempo en Valdivia. Los seis meses de primavera y verano pienso moverme bastante; luego subir un poco en invierno más al norte, para el año siguiente volver a bajar hasta la parte más austral. Puedo tardar dos o más años en bajar hasta allá, depende de cómo se vaya dando, la verdad es que me voy adaptando bastante al día a día. Posterior a la Patagonia la idea es subir por Argentina. Mar-cordillera, ver cómo unir estas dos líneas imaginarias en el viaje.
"A la gente no le genera un conflicto esto de separar la vida íntima con lo profesional abierto al público, siendo que ambas están en el mismo espacio"
"Los niños creen en la magia y en ese sentido ven algo que los adultos no vemos porque somos más pragmáticos, más racionales"
Entrevista. Fernando Aceña sobre su Museo Interactivo de la Luz, que es parte del FIFV 2015: