Vásquez,
Para la mayoría de los chilenos, las vacaciones de verano son sinónimo de descanso, de ausencia de las obligaciones habituales que nos imponen el trabajo o el quehacer diario de la oficina y, por cierto, de tiempo libre, ocio, distracción y entretención.
Sin embargo, las vacaciones pueden llegar a ser también lo opuesto a relajo y despreocupación, pues muchas veces implican una serie de tareas específicas vinculadas a su planificación, puesta en marcha y desarrollo que conllevan un significativo aumento en los niveles de estrés.
Esto último suele ser común entre los padres y adultos que integran familias numerosas, ya que no siempre todos sus miembros están de acuerdo, por ejemplo, sobre dónde ir o cómo llevar las vacaciones a la práctica. De ahí la pertinencia de ese viejo refrán: "De la familia y del sol, cuanto más lejos mejor".
Por ese motivo, los especialistas recomiendan adoptar una serie de medidas destinadas a hacer de nuestro feriado laboral un auténtico disfrute y cumplir con su objetivo primordial que no es otro que el de descansar y recuperar el ánimo.
Una necesidad
En opinión del psicólogo Alejandro Fernández Vásquez, especialista en Psicología Cognitiva y profesor de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso, es clave que las personas comprendan que las vacaciones son ante todo una necesidad para el cuerpo y la mente y no una obligación que nos lleve a incurrir en esfuerzos desmedidos para pasarlo bien a toda costa.
En otras palabras, lo mejor es definir y conducir de manera realista nuestras expectativas en torno a ese tiempo que hemos estado esperando durante meses y que asociamos a paz y tranquilidad, evitando establecer -por adelantado- actividades o ritmos tanto o más desgastantes que los que debemos afrontar durante el resto del año.
"Autoimponerse la misión de pasarlo bien sin contratiempos puede resultar a la larga muy perjudicial si eso en la práctica no ocurre, pues sabemos que casi siempre surge algún imponderable. Por eso, lo mejor es enfocarse en algunas cosas específicas que queramos hacer en las vacaciones, pero sabiendo que es probable que en algún momentos o circunstancia las veremos alteradas", explica el académico de la UV.
¿Qué hacer?
Para ajustar nuestras expectativas a la realidad, el psicólogo Alejandro Fernández propone realizar cinco acciones básicas:
Antes de salir de vacaciones, dejar todos asuntos importantes listos en la oficina. Si no se puede, dejar preparado un plan de acción para el regreso, de modo de evitar problemas durante el receso o al regreso.
Avisarle a todos los contactos de trabajo que uno estará de vacaciones. Una llamada inoportuna a veces puede arruinar un buen descanso.
Si las vacaciones implican un viaje largo, reservar un fondo de dinero extra para emergencias. Lo inesperado puede no sólo consumir tiempo sino, además, generar preocupaciones financieras.
Conversar con todos los miembros de la familia -incluso con los niños pequeños- sobre cuáles son sus expectativas de las vacaciones, de modo que se pueda generar un plan en conjunto que cubra los intereses de todos.
Hacerse un chequeo médico antes de salir. Cualquier dolencia, malestar o lesión descuidada puede activarse en el peor momento posible.
¿Qué evitar?
Asimismo, para pasar unas buenas vacaciones, el docente de la Universidad de Valparaíso recomienda evitar cinco acciones:
Decir "llámame nomás, estaré atento.". El jefe o los compañeros de trabajo pueden tomarse eso muy en serio. Además, los pequeños problemas pueden agrandarse por teléfono.
Dado que en esta era tecnológica es casi imposible estar completamente desconectado, apagar todos los dispositivos puede ponernos más nerviosos, entonces es recomendable dejar un momento al día para llamar a alguien, revisar las redes sociales o responder el whatsapp.
Abusar de las bebidas alcohólicas. Si bien éstas producen relajación, su consumo excesivo impide el buen descanso. Una semana de vacaciones con muchas mañanas de resaca puede agotar más de lo que uno cree.
Planificar demasiadas actividades. Un itinerario sobrecargado es capaz de drenar nuestras energías, especialmente cuando hay demasiadas expectativas en ello. De lo bueno poco.
Asumir todas las decisiones. En las familias es muy típico que una persona decida y los demás miembros queden en calidad de espectadores, lo cual los puede hacer molestarse, al sentir que se les están imponiendo actividades.
¿Y con los niños…?
Para los niños, las vacaciones también pueden tener efectos estresantes. En especial cuando los padres son separados y cada uno planifica vacaciones por su cuenta. Al respecto, el psicólogo Alejandro Fernández afirma que siempre es bueno hacer participar a los niños en la toma de decisiones y planificar para ellos ciertas actividades en las cuales estén bajo la supervisión de otros adultos. Por ejemplo, una semana en la casa de la abuela, o de tíos y primos. Esto no solo será beneficioso para los pequeños, sino también dará descanso de sus tareas de crianza a los padres. Además, que los niños conozcan otros estilos de crianza y de interacción les ayudará al desarrollo de su autorregulación.