Explican por qué el interés por aprender disminuye con los años
ESTUDIO. El responsable sería el deterioro de un circuito del cerebro relacionado con la adquisición de nuevos conocimientos a través del logro de objetivos.
A medida que envejecemos, puede ocurrir que sintamos menos motivación por aprender nuevas habilidades o conocimientos. Pero, ¿qué causa esto? Según un equipo de la Universidad de Queensland, el "culpable" sería un circuito clave en el cerebro que es responsable de que las personas aprendan a través de la consecución de objetivos y que se suele deteriorar con la edad.
"Los problemas de flexibilidad en el envejecimiento han sido descritos desde hace mucho tiempo en otras tareas de navegación y memoria espacial", dijo el autor principal de la investigación, Jesús Bertrán González.
"Aquí nosotros describimos un problema de flexibilidad similar, pero aplicado a la acción dirigida a los objetivos, lo que por supuesto tiene consecuencias más perjudiciales para la vida diaria y potencialmente pone en peligro la supervivencia", agregó, citado por el sitio Medical Daily.
El científico explicó que este problema podría constituir un primer paso hacia un mayor declive motivacional y, en algunos casos, puede causar otras condiciones cognitivas, entre ellas demencia.
En el estudio, los encargados colocaron a un grupo de ratones jóvenes y viejos dentro de una cámara y los entrenaron para que presionaran dos palancas diferentes. La palanca 1 lanzaba comida con sabor a cereal y la palanca 2 expulsaba pellets dulces.
Después de aprender a recibir el pellet deseado utilizando la palanca correspondiente, los roedores fueron ubicados en otra cámara que les dio acceso ilimitado solamente a pellets con sabor a cereal. Una vez que los ratones habían pasado una hora comiendo toda la comida con sabor a cereal que quisieron, los profesionales los enviaron de vuelta a la primera cámara, donde tanto los ratones jóvenes como los viejos eligieron la palanca con los pellets dulces.
Desafío
Luego, los científicos invirtieron las palancas. Esta vez, la primera lanzaba comida dulce en lugar de pellets con sabor a cereal, mientras que la segunda expulsaba alimento con sabor a cereal en vez de comida dulce.
Los ratones jóvenes, que tenían entre dos y tres meses de edad, fueron capaces de adaptarse con éxito a este cambio. Sin embargo, los más viejos, de entre 20 y 22 meses de edad, se confundieron y no lograron distinguir entre las dos palancas con el fin de conseguir el tipo de comida deseada.
Esto le sugirió a los autores que probablemente los animales mayores no habían sido capaces de aprender la nueva ubicación de la palanca con sus pellets favoritos debido al envejecimiento del cerebro. Por ello observaron si se registraron diferencias entre la red neuronal de los ratones viejos y la de los jóvenes.