Rostros agradecidos
El Presidente Aylwin deja un testimonio de servicio al bien común, de austeridad, de sencillez.
Pasará mucho tiempo para que se complete la presentación de perspectivas referidas al significado de la presencia del Presidente Aylwin a la cabeza de nuestra nación. Pero nada será redundante, sino que complementario y enriquecedor. Por eso agregar más palabras sólo acentúa la valoración a una persona que desbordó virtudes en su larga vida.
Es notable el esfuerzo profesional y comprometido de los medios, que con rigor y delicadeza dedicaron sus mejores horas a exponer este trozo determinante de nuestra historia contemporánea. Para muchos significó revivir y recordar, para otros encontrarse casi por primera vez con estos momentos de Chile. Pero lo más impactante son los rostros agradecidos que reflejan su sentimiento a una persona justa, responsable, con el más profundo sentido republicano, que con sus claros y oscuros -como todo ser humano- sirvió con valentía a su país y ennobleció el arte de gobernar hasta quedar inscrito entre los más grandes.
En los tiempos que se viven en Chile y en otras democracias que cumplen las reglas básicas para ser llamadas así, según las informaciones y opiniones, hay un menosprecio por los políticos y, a veces, parece que también por la política. Con buenas y malas razones crece la bola de nieve del prejuicio y la generalización, sin pensar en los riesgos que ello trae consigo. El Presidente Aylwin deja un testimonio de servicio al bien común, de austeridad, de sencillez, de atención vital a la dignidad humana. Ojalá estos días sirvan para la reflexión de todos nosotros y para abrir una ventana a las nuevas generaciones de buena voluntad que buscan con autenticidad y humildad el camino del arte de gobernar. Sé que es más sencillo para quienes experimentamos diversos tiempos del país, con sus tragedias y esperanzas, encuentros y dogmatismos, hacer una mirada más larga y valorar lo logrado, apreciar las luces que permitieron ver mejor nuevos caminos.
Al observar a las personas que han participado en las calles, con rostros agradecidos, como un sencillo homenaje a una persona decente y buena, es fácil entender esto. Pero la incógnita queda con aquellos que perteneciendo a las generaciones de la democracia, a las generaciones que conocen los resultados y no el camino para alcanzarlo, que son parte de un país de ingreso medio no imaginado en otro tiempo: ¿cómo valorarán ellos este momento?
Es injusto mirar a una generación como un solo grupo, ello es incorrecto. Probablemente muchos en silencio, sin estridencia, estarán aquilatando en su alma pacífica el significado del Presidente Aylwin.
Bernardo Donoso Riveros
Profesor PUCV