Trabajo conjunto para reactivar el empleo
Lo importante hoy es que tomemos en serio las señales e impulsemos un gran acuerdo para reactivar la economía y el empleo. Los desencuentros entre realidad y expectativa generan frustraciones, sentimientos de injusticia, si ellas han sido imaginadas muy alejadas de lo posible.
El alza del desempleo en la región está reflejando directamente lo que ocurre con la actividad constructora. Queda claro que es un motor del empleo regional y que, por factores económicos y decisiones políticas que han contribuido al cuadro de inactividad que confirmó este viernes el Imacec, los proyectos están detenidos y no hay inversiones.
Nuestros estudios y del Banco Central lo han venido indicando desde el año pasado. Como consecuencia de la aplicación de IVA a la vivienda se dinamizó el sector habitacional y la construcción inmobiliaria, que sostenía la actividad en la región. Y de esta manera el empleo, en un escenario de desaceleración. Pero ese efecto terminó.
Por ello en este escenario y con el panorama que se viene hacia fin de año, y ahora con las evidencias de un desempleo en alza, es que hacemos un llamado general a ser más proactivos y trabajar conjuntamente el sector público y los privados, para reactivar la economía y generar puestos de trabajo.
Más que pensar en las causas tenemos que concentrarnos en las soluciones. Y, como hemos venido reiterando, para ello es clave generar un clima que permita recuperar la confianza de las personas y los inversionistas.
Es evidente que hay que reactivar la construcción. Para ello es necesario destrabar los proyectos entrapados en tramitaciones regulatorias eternas o judicializados sin fundamentos. Nadie dice que hay que saltarse la institucionalidad ni burlar las leyes. Pero hay que facilitar los trámites y apoyar la materialización de proyectos necesarios para la comunidad y la región. Y aplicar un poco de criterio y sentido de realidad.
En el ámbito inmobiliario es urgente terminar con los congelamientos como instrumento de planificación y generar condiciones que permitan el desarrollo urbano sostenible. Tan importante como ello es respetar la certeza jurídica de los permisos válidamente emitidos. Y también es fundamental respetar las personas que están tras las empresas y no descalificar gratuitamente a los empresarios que crean riqueza y empleo. Así también se mejora el clima y se favorece el emprendimiento.
En el ámbito de la vivienda es bueno seguir impulsando los programas especiales del Minvu, que han tenido efecto reactivador. Y aumentar los montos destinados a subsidios para poder construir más, pero también mejores viviendas.
Lo importante hoy es que tomemos en serio las señales e impulsemos un gran acuerdo para reactivar la economía y el empleo. Pero las decisiones no tienen efecto inmediato, por ello hay que tomarlas ya. Pasar de las palabras a la acción. Hay que terminar con las incertidumbres, destrabar los proyectos y apoyar un rubro generador de actividad y empleo como es la construcción, construyendo este clima favorable a la inversión y al emprendimiento.
Y los privados también comprometemos esfuerzos por presentar buenos proyectos, respetuosos de las normativas y amigables con la comunidad. Juntos públicos y privados tenemos que trabajar por la región. Es el único camino. Y la comunidad espera que asumamos cuanto antes estos desafíos.
Expectativas
Mucho de nuestro acontecer de cada día tiene que ver con una palabra: expectativa. Ella puede ser motivo de esperanza, de legítima ambición, de trabajo noble y esforzado, de mundos imaginarios, de cielos luminosos. Aunque también puede representar la depresiva desesperanza en nuestra vida, la parálisis y el impedimento para la acción positiva, la oscuridad y el infierno que quema el alma. Sí, en esta mirada tan polar, tan extrema, tan simplificadora de las circunstancias, aparece la expectativa que se anida en nuestra mente y en el corazón.
Ella influye en los estados de ánimo de personas y pueblos, en lo íntimo y personal y en lo agregado y social. Ella puede marcar nuestro futuro y también hacer que las profecías se cumplan. Tan subjetiva, basada en hechos y nuestra interpretación de ellos, basada en mitos y en nuestra ignorancia o sabiduría, alimentada por el buen y mal rumor, por nuestros miedos, experiencias, fortalezas y debilidades humanas. Ella puede unirnos a otros, compartir vidas y caminos, y también separarnos y despreciarnos.
Puede tener diferentes significados. Uno muy simple es la "expectativa de vida", comúnmente llamada "esperanza de vida" que se refiere a los años que se espera pueda vivir una población. Así, desde esta perspectiva, mucho se ha hablado de ella últimamente en nuestra tierra. Chile, nuestro país, tiene indicadores reconocidos sobre esta expectativa o esperanza de vida de sus hijos. De hecho los últimos datos muestran un aumento comparable con países desarrollados. Las causas son múltiples como los aspectos sanitarios, el agua potable a la cual tenemos acceso sin darnos siquiera cuenta sobre los progresos de los últimos decenios, o el ingreso per capita. Naturalmente que vivir más años tiene consecuencias, impactos, que repercuten en nuevas políticas públicas, ajustes en los sistemas de pensiones, nuevas necesidades y servicios e, incluso, cambios del orden cultural.
Otra mirada de expectativa esta vinculada a cómo uno imagina su futuro en los más diversos términos: salud, capacidad de consumo, calidad de vida en el tiempo que ha de llegar. Los desencuentros entre realidad y expectativa generan frustraciones, desencantos, sentimientos de injusticia, si ellas han sido imaginadas muy alejadas de lo posible. Qué difícil es hacer gobierno de un pueblo dirán quienes han tenido tan noble misión. Qué grande es la tarea de los liderazgos en expandir el progreso, acercar la justicia y lograr el necesario equilibrio que requiere la realidad dinámica. La discusión con rigor, con evidencia, con empatía y humanidad, con fundamento, desprovista del agravio simplón del matonaje lingüístico, puede convertirse en medio civilizador de las relaciones.
Las expectativas (correcta o incorrectamente fundamentadas) pueden orientar tantas decisiones, como dónde vivir, dónde cuidar el patrimonio, grande o pequeño, generalmente ganado con trabajo honesto y perseverante. Por tanto, esta simple palabra es merecedora de nuestra dedicación.
Marcelo Pardo Olguín
Presidente CChC Valparaíso
Bernardo Donoso Riveros
Profesor PUCV