Generar una cultura deportiva
Los Juegos Olímpicos pueden ser una excelente alternativa para impulsar en los niños la práctica deportiva como un estilo de vida que forma y crea.
Imaginemos una sala de clases Para quienes aman los deportes, estas son semanas especiales, ya que la realización de los Juegos Olímpicos pone a todas las disciplinas en primera plana, destacando no solo el esfuerzo de deportistas sino que además los beneficios que el deporte puede generar a lo largo de la vida.
Juan Pablo Zavala Crichton, Director de la carrera de Educación Física de la Universidad Andrés Bello sede Viña del Mar, explica que cuando vemos "los Juegos Olímpicos de Río 2016, para los que amamos el deporte, comienza la mejor fiesta de todas, durante estos días vibraremos con el atletismo, nos emocionaremos con la gimnasia, disfrutaremos el básquetbol, voleibol, balonmano y el rugby, nos impresionaremos con la natación, el nado sincronizado y los clavados, nos cansaremos con el triatlón y el maratón", y agrega que esta verdadera fiesta deportiva debe estimular el deporte en los colegios, donde directivos deben entender el rol que juega desde la niñez hasta la adultez. "Padres, tíos y abuelos, debemos participar de escuelas deportivas, clubes, academias, talleres municipales gratuitos, debemos inscribir a nuestros hijos, sobrinos y nietos y acompañarlos ritualmente en el camino.
De esta forma, explica Zavala, es preciso considerar el espacio deportivo como un agente socializador y que se puede definir como "el proceso por el cual los individuos aprenden destrezas, normas, actitudes y valores para el desempeño de roles presentes o anticipados" (McPherson y Brown, 1988), y agrega que lo anterior lo ratifica UNICEF (2003), al considerar el deporte como parte fundamental para el desarrollo del niño, "puesto que enseña valores básicos tales como la cooperación y el respeto; mejora la salud y reduce el riesgo de desarrollar enfermedades; es una importante fuerza económica que proporciona empleo y contribuye al desarrollo local; y une a los individuos y las comunidades, superando barreras culturales y étnicas".
A juicio de Zavala esta tarea es preponderante que permanezca al interior de las universidades y no sólo en lo que a la práctica deportiva de sus estudiantes se refiere sino que además en el impulso que puedan hacer a su comunidad más cercana.
Un ejemplo de ello es el programa "Aprende a Nadar" que la carrera de Educación Física realiza hace tres años y que tiene por objetivo enseñar a niños de quinto básico de colegios vulnerables de Quilpué y Viña del Mar, los que durante un semestre asisten una vez a la semana a la piscina del polideportivo UNAB para no solo disfrutar del agua sino que también conocer la natación como un deporte muy completo.
"Esta actividad es beneficiosa en todos los sentidos ya que se trata de la primera Práctica real de nuestros estudiantes de la carrera con escolares, por lo que viven la experiencia de ser profesores por primera vez. Para los escolares de la Corporación Municipal de Quilpué este Proyecto tiene un impacto relevante, la mayoría llega sin saber nadar y al finalizar el programa son capaces de atravesar la piscina sin detenerse. Lo anterior les genera orgullo y lo más importante, seguridad en sí mismos. Para las escuelas, profesores y apoderados, este proyecto se ha convertido en una instancia única y esperada por cada generación. Es decir, anhelan pasar a quinto básico para poder asistir a nuestra piscina y recibir las clases de nuestros estudiantes. Por último, y muy importante, queremos destacar los lazos afectivos y respetuosos que se generan con todos los actores del proyecto. Los escolares generan una estrecha relación con sus "profesores", que se pueden observar en las despedidas cuando el proyecto finaliza".
Asimismo, el director de la carrera de Educación Física UNAB comenta que uno de los aspectos que se debe resaltar en la práctica deportiva apunta a las conductas de las Competiciones Deportivas Escolares que apuntan a la amistad y trabajo en equipo. "Practica la deportividad; no pierdas tiempo a propósito para conseguir ventajas; no te obsesiones con la victoria; diviértete; no compitas de forma agresiva; trabaja para ti y para el equipo; aplaude el buen juego venga de donde venga; mantén una actitud digna tanto si ganas como si pierdes; desaprueba las acciones antideportivas; ayuda cuando se produzcan lesiones; si hay discusiones intenta conciliar entre las partes" (Gairín, Castro, Díaz, Muñoz, Sha, 2012, p.19).
Finalmente, Juan Pablo Zavala insiste en que el deporte debe ser considerado como un valor moral puesto que sumado a los beneficios de salud permite encauzar actuaciones correctas y educadas en jóvenes y niños. "Así, entonces la palabra deportividad puede entenderse como un proceso en el individuo que con el tiempo crea valores deportivos y permite absorber los impuestos por la sociedad y familia. Por todo aquello es que resulta fundamental que el profesor involucre la sana convivencia deportiva entre sus alumnos, el respeto a las reglas, a los propios compañeros y al rival, características todas que apuntan a salvaguardar la integridad tanto personal como de quienes son sus compañeros para finalmente formar mejores ciudadanos".