El gran escollo que complicó el regreso del viñamarino detenido en territorio boliviano
TESTIMONIO. El objetivo de Felipe Ortega sólo era conocer el Silala, pero finalmente pasó 36 horas en tierras altiplánicas tratando de regresar a Chile.
Se trataba de un viaje más de los tantos que ha realizado el viñamarino Felipe Ortega Aliaga en su 45 años de vida, recorriendo los más diversos parajes de nuestro país motivado únicamente por el deseo de conocer hasta los lugares más recónditos de esta larga faja de tierra. Sin embargo, su último destino se convirtió, sin quererlo, en toda una odisea que involucró a las más altas autoridades de Bolivia y de Chile, tras ser detenido en el puesto militar altiplánico "José Mendizábal" cuando intentaba llegar a las aguas del Silala.
Su accidentado viaje lo inició el pasado miércoles 3 de agosto, cerca de las 10.30 de la mañana, a bordo de una camioneta todoterreno de un amigo, periplo que estimó, en un principio, concluiría en horas de la tarde con su regreso a Calama, donde ha vivido los últimos dos años y medio ejerciendo como profesor de Educación Física.
Sin mayores inconvenientes, cerca de las 13 horas Felipe ya se encontraba cerca del Retén de Carabineros de Inacaliri, dependiente de la Primera Comisaría de Calama, a unos 130 kilómetros al oriente de Calama y a una altura de 4.050 metros sobre el nivel del mar.
Pero en su búsqueda del río Silala, aseguró el viñamarino, no vio ninguna señalización que diera cuenta del límite entre ambos países, por lo que prosiguió su ruta con total normalidad. Lo cierto es que estaba a sólo 7 kilómetros de la frontera con Bolivia.
"me entra la duda"
"No tenía pensado cruzar la frontera", aclara de inmediato al conversar con este Diario, explicando luego cómo llegó hasta el puesto de avanzada del Ejército boliviano, donde comenzaron 36 horas de incertidumbre por su destino.
"Voy en línea recta subiendo la montaña, de mar a cordillera, y en un momento comienzo a dar vuelta hacia la izquierda, hacia el norte, y el Retén (de Carabineros) lo veo en una quebrada, abajo, y yo sigo subiendo una ladera muy abierta y buscando un punto de referencia o algún letrero del límite, el cual no vi. Y seguí avanzando buscando en qué momento me puedo acercar al río Silala por el lado chileno".
Y si bien continuó su trayecto sin dificultad, su real punto de ubicación era a esa altura una incógnita. "Me entra la duda de que puedo estar en territorio boliviano, pero como no veo la parte chilena del río, avanzo y empiezo a mirar hacia abajo, a la derecha, y en un valle diviso las instalaciones bolivianas y veo a lo lejos barreras muy bien pintadas y digo, bueno, tal vez ahí es el límite. Y entonces me dirijo con la camioneta a ese punto". Previo a ello, pudo cumplir su objetivo y conocer el Silala e incluso tuvo tiempo para sacarse una selfie con el curso fluvial de fondo.
Al llegar al recinto militar, el viñamarino se estaciona y se dirige a hablar con dos efectivos que se encontraban en la entrada. "Me presento muy cordialmente ante los dos militares y ellos me preguntan por qué estoy ahí y les digo que iba a conocer el río Silala, pero me dicen que estoy en territorio boliviano y me preguntan por la camioneta", relata.
De esta situación es informado el teniente a cargo del recinto, quien ante las explicaciones de Ortega reconoce que anteriormente había una señalización que daba cuenta de la frontera, pero que las condiciones climáticas terminaron por botarla. "Y le dije: 'Se da cuenta, ¿cómo voy a saber cuál es el punto de referencia si no vi alguno que me indicara dónde detenerme?".
Pero de poco sirvieron los argumentos dados por el exalumno del colegio Sagrados Corazones Padres Franceses de Viña del Mar, por lo que debió esperar mientras el oficial altiplánico comunicaba el hecho al comandante del Regimiento de Infantería IV Loa, comandante José Guillermo Pinaya.
Su mayor preocupación
En ese intertanto, el viñamarino debió entregar su carné y toda la documentación de la camioneta Mitsubishi L200, la cual fue custodiada por dos militares. También revisaron su celular y borraron algunas fotos, pero no todas. De hecho, las imágenes del puesto militar, material que posteriormente fue utilizado como argumento por el ministro de Defensa boliviano, Reymi Ferreira, para deslizar una posible acción de espionaje, no fueron tocadas.
"Tras pasar unas dos horas me informan que por instrucciones superiores quedo detenido y mañana (jueves) van enviar una patrulla para trasladarme al regimiento de Uyuni", comentó Felipe, quien en vista de esta determinación le insistió al joven oficial a dejarlo partir, a lo cual éste se negó, argumentando, entre otros aspectos, que no sabía si la camioneta era robada.
"Le pedí disculpas varias veces y que me autorizara a regresar. Yo ya imaginaba que me iban a decomisar la camioneta y eso no quería. Me desaparecen la camioneta y cooperé. Era mi mayor preocupación", relató, puntualizando que si bien solicitó poder llamar a su amigo, no se lo permitieron, aduciendo también problemas de comunicación.
Luego de cenar en el puesto militar, fue escoltado a una habitación que acondicionaron especialmente para él.
Por orden presidencial
El jueves, cerca de las 10 de la mañana, fue trasladado en un jeep y en calidad de detenido al Regimiento de Infantería IV Loa de Uyuni. Atrás los seguía su camioneta conducida por un soldado del puesto militar "José Mendizábal".
Luego de seis horas de viaje fue recibido por el comandante José Guillermo Pinaya y gran cantidad de efectivos militares. "Me llamó la atención, me baje y había muchos soldados y varios sacando fotos. Claro, ya sabían todo", aseveró.
"El comandante Pinaya me invitó a su despacho y ahí me explicó que esto está a nivel de Cancillería y que por orden expresa del Presidente Evo Morales yo debo ser devuelto al puesto fronterizo más cercano, pero antes, me dice, vamos a hacer una conferencia de prensa. Vino la conferencia, me entrevistan tres medios de allá, les agradezco al comandante y al teniente el trato recibido, les comento que tengo amigos bolivianos y palabras de buena crianza. Y después me mandan a un chequeo médico".
El último problema
Cerca de las 18 horas, Felipe Ortega inicia el viaje hacia el puesto fronterizo de Avaroa (distante 230 kilómetros de Uyuni), frente al paso chileno de Ollagüe, y lo hizo a bordo de su camioneta, pero como acompañante, porque el comandante Pinaya iba al volante, más un suboficial en las plazas traseras.
Al complejo aduanero altiplánico arribaron a eso de las 21 horas y sólo restaba realizar trámites menores para su entrega formal a las autoridades chilenas. No obstante, y cuando se suponía que estaba todo dado para su anhelado regreso a tierra nacional, el encargado de la oficina de la aduana boliviana impidió la salida de la camioneta y ordenó llevarla a un corral. El mayor temor de Felipe comenzaba a hacerse realidad.
"Eso no podía pasar y le recordé al comandante Pinaya que por órdenes del 'hermano Presidente' yo debía ser devuelto a mi país con todo, pero el funcionario de Aduanas insistía en que necesitaba papeles del auto y yo le explicaba que cómo iba a tenerlos si yo no pasé formalmente por la frontera", rememoró con angustia el viñamarino.
Los minutos pasaban y el nerviosismo aumentaba a ambos lados de la frontera por la considerable demora. "Y le dije al comandante cómo no va a haber alguien que le dé una orden a este tipo. Y en eso uno de los funcionarios de aduana recibe una llamada y se la pasa a su jefe. Finalmente, me autorizaron a pasar con la camioneta".
En el lado chileno, Felipe Ortega esperaba un llamado de atención de parte de los efectivos policiales por el problema generado, pero nada de ello ocurrió, siendo recibido con un cordial saludo y preocupados de saber si se encontraba en buenas condiciones. "Se portaron espectacular", manifestó con evidente agradecimiento el viñamarino, quien en unos días más se despedirá de Calama para iniciar un nuevo desafío laboral en Curicó.
"Me informan que por instrucciones superiores quedo detenido y mañana (jueves) van enviar una patrulla para trasladarme al regimiento de Uyuni"
Felipe Ortega, Viñamarino detenido en Bolivia"
"Para que no siga creciendo la tensión"
El caso de Felipe Ortega fue tipificado por el gobierno boliviano como una posible acción de espionaje. No obstante, el ministro de Defensa altiplánico, Reymi Ferreira, precisó que su liberación "se hace como una muestra de cortesía diplomática que tiene nuestro pueblo de no responder a las agresiones con otra agresión, sino demostrar que, pese inclusive de ser un acto de espionaje, entregarlo a Chile para que no siga creciendo la tensión y las declaraciones verbales de Chile hacia nuestro país".
"Le recordé al comandante Pinaya que por órdenes del 'hermano Presidente' yo debía ser devuelto a mi país con todo"
Felipe Ortega, Viñamarino detenido en Bolivia"