¿Cuál es el valor de las humanidades?
Vivimos en un mundo que no aprecia precisamente las humanidades o el cultivo desinteresado de las artes. En la sociedad de hoy se valora poco el trabajo de los profesores, aquí o en el sistema escolar, porque existe un pobre concepto de la autoridad que da el saber, frente a un poderoso pero vacío sentido del materialismo, ese que aprecia según el precio, los bienes y nada más.
Debemos estar atentos y vigilantes, pues los bárbaros están siempre al acecho, con sus pequeñas metas, sus eslóganes vacíos, objetivos pedestres, sin más satisfacción que la del pequeño logro autocomplaciente. La barbarie de las cosas hechas a medias, del engaño que no por fútil deja de serlo, está siempre dispuesta a dar el zarpazo. Esto es grave cuando hablamos de dos disciplinas fundamentales para la formación crítica de nuestros futuros ciudadanos como son la Historia y la Filosofía.
Cuando digo que la barbarie está al acecho, no es pura retórica. En Japón, país al que muchos pondrían como ejemplo de seriedad, trabajo y tradición, el Primer Ministro Shinzo Abe, impulsa ahora una política que busca abolir la enseñanza de las humanidades y las ciencias sociales de las universidades que deberán abocarse a cumplir con eficiencia las necesidades puntuales y prácticas de la sociedad.
Es la distopía de la sociedad tecnócrata llevada al paroxismo. 26 de las 60 universidades niponas que ofrecen cursos de humanidades, ya habrían comprometido su cierre. ¿Qué es lo prescindible frente a políticas de austeridad que implementan los gobiernos para enfrentar sus crisis? No pueden serlo las humanidades, como tampoco la ciencia, el arte o la técnica.
Como dice Alejandro Martínez, avanzaremos seguros hacia el crecimiento material infinito y hacia el anquilosamiento del alma, construyendo una vida precisa, predecible y eficiente, pero sin significado. El bello sueño de la tecnología alfabetizando la humanidad al poner la cultura al alcance de todos, se desmorona frente a la pesadilla del embrutecimiento de las conciencias.
El problema de Japón es una paradoja: no se trata de modernidad porque por otra parte Google busca contratar a licenciados en arte y humanidades. Y sí, este gigante informático busca rentabilidad, pero también prestigio y pensamiento innovador.
Finalizaré esta breve reflexión con la siguiente afirmación: existe una estrecha relación entre currículum y cultura. Si esto es así, podemos decir también que el currículum es la expresión de lo que una sociedad es o pretende ser en un momento determinado. Reducir horas de historia y filosofía en la formación de nuestros jóvenes habla mal de lo que somos y pretendemos ser. Hay que estar atentos.
Decano de la
Facultad de Filosofía y Educación PUCV
José Marín Riveros