Plazas vacantes en el mercado de las ideas
La segunda asamblea de fundadores de la Fundación P!ensa, think tank regional que cada día adquiere mayor protagonismo en el acontecer descentralizador de nuestro país, se llevó a cabo la noche del último jueves en el Sporting Club de Viña del Mar y contó con el gran acierto de tener como expositor principal al exmirista, historiador político, exdiputado del parlamento sueco y ahora referente del liberalismo y la derecha chilena, Mauricio Rojas.
La inteligencia de su discurso no radicó en el tan de moda simplismo de criticar el aciago presente de la actual administración política de La Moneda, sino que en detectar el gran hierro de las clases dirigentes, incapaces de leer que la génesis de la convulsión social que hoy golpea al país (aquella "crisis institucional" de la cual hablaba Ricardo Lagos Escobar) respondía al trabajo intelectual y silencioso de distintas fuerzas de base que captaron que la mezcla entre la crisis de la Educación y el copamiento de calles también era una forma efectiva de alcanzar el poder. Ello, explicaba Rojas, no se hizo a punta de letreros y consignas, sino de lecturas, discusiones y generación de pensamiento crítico. Coparon, como bien definió él, el mercado de las ideas, mientras otros tantos se preocupaban -legítimamente, también- de hacer crecer las empresas y dinamizar la economía. Esa generación, la de Vallejo, Boric y Jackson, es precisamente la primera camada posdictadura, tal como en Europa la del '68 fue la primera que siguió a la Gran Guerra: ambas fueron la respuesta al silencio que permeó los períodos de reconstrucción del Viejo Mundo y la Transición chilena.
Las quejas por la pensiones, surgidas a partir de la jubilación de Myriam Olate ("Andrade, cásate conmigo", titulaba una de las pancartas que llamaron la atención de José Piñera), habría sido entonces precisamente la respuesta de otro grupo etáreo ("con más razones para estar en la calle", dice Rojas), que consiguió desplazar al estudiantado y su monopolización del presupuesto estatal hacia un nuevo estadio discursivo, mucho más justificado y potente, por cuanto habría que ser muy diablo o suicida para escapar de la vejez y la soledad que a todos acechan por igual.
No darse cuenta de que los dos próximos pasos serán el embate contra las isapres y la calidad de la Salud en Chile y la creciente impaciencia por la postergación de las regiones y las falsas promesas de descentralización, ya no sería miopía, sino la sencilla constatación de que, pese a todo el agua que ha corrido bajo el puente, la relación entre dinero y política (y política y conveniencia) están lejos de acabarse; y de que nuestros respresentantes optaron a ojos cerrados por dilatar ambas discusiones durante el mayor tiempo posible. El mercado de las ideas, en tanto, sigue a la espera de nuevos inquilinos. ¿En serio a nadie le interesa todo esto?