Viñamarino cuenta su experiencia en África
CHARLA. Ignacio Silva e Ingrid Baier, hablaron en Villa Alemana de su labor de voluntariado en Burundi.
Cuando Ignacio Silva e Ingrid Baier se conocieron en la Universidad Andrés Bello, sabían que tenían en común mucho más que la vocación por la medicina.
Tanto él, en Viña del Mar, como ella en Santiago, participaron en actividades de ayuda social, lo que gatilló una importante decisión para sus vidas: viajar a Burundi, un pequeño país en el corazón de África, en ayuda de las comunidades del lugar.
Atendiendo a la invitación del padrino de Ignacio, el matrimonio de médicos radicado en la capital dio una charla sobre su experiencia solidaria en el Colegio Champagnat de Villa Alemana. El fin de la cita fue motivar a los estudiantes de tercero y cuarto medio, en palabras de Ingrid, "a que hagan acción social y contarles una historia real que no se ve en la 'tele'. Efectivamente se puede, si uno tiene el sueño, hacerlo siendo gente normal, sin ninguna influencia especial. Uno puede hacer las cosas cuando se las proponen".
La decisión
Una vez que iniciaron su pololeo en 2007, ambos compartieron su vocación de servicio a la comunidad, pero planeaba hacerlo en lugares distintos: Ignacio en el sur de Chile e Ingrid, cumpliendo su sueño de niña, en África.
"De ahí pasaron un par de años hasta que salimos de la universidad y en el último año concretamos, compramos los pasajes con tiempo e hicimos los contactos", recuerda Silva.
No fue fácil encontrar una organización que les permitiera cumplir su misión en África, ya que muchas exigían requisitos que no tenían. Hasta que conocen a un sacerdote chileno que había estado en Burundi, les cuenta su experiencia y deciden ir allá. Egresan a fines de 2010 y se casan en marzo de 2011, entremedio buscan "padrinos" que les puedan financiar su estadía.
Ganas de volver
Después de su matrimonio, Ignacio e Ingrid parten a Burundi, alojando en una misión de Schöenstatt en la capital, Buyubura. Durante su estadía trabajaron en el Hospital Universitario de Kamenge, él en medicina interna, ella en pediatría y ginecología; viviendo en carne propia la precariedad de la atención de salud en África.
Ambos confiesan que su percepción sobre la vida cambió desde su estadía burundesa. "Uno cuando vuelve, se viene con la sensación de traerse más de lo que llevas. Se gana más de lo que se deja allá", dice Silva al recordar todo lo que ellos vivieron.
En la actualidad, Ignacio e Ingrid están en su proceso de especialización médica, que lo alternan con la crianza de su hijo de 3 años. Aún así, no descartan repetir la experiencia que los marcó para siempre.
"Tal vez no un año ya, porque ahora es distinto, tenemos un hijo, pero queremos volver por lo menos un tiempo y seguir siempre haciendo algo. La idea es nunca perder el sentido social, seguir trabajando por el otro", finalizó Baier.