Mauricio Mondaca/Agencias
Serena y combativa, la Presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, se enfrentó ayer a sus detractores políticos en su último embate en el Senado. Hasta la sede del Poder Legislativo llegó acompañada por su mentor y padrino político, el ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y por algunos cercanos y asesores que la apoyaron a los gritos y lanzando acusaciones en contra de sus detractores.
Rousseff se mostró firme en su último discurso, pronunciado en vísperas de la votación que definirá el destino político de la primera mujer Presidenta de la historia de Brasil, pero a pesar de su entereza sus ojos se llegaron a humedecer en alguna ocasión.
En un clima de despedida, Rousseff, vestida con un traje de colores sobrios, se rodeó de sus fieles escuderos, de ex ministros y de antiguos amigos, como el cantautor Chico Buarque, quienes la acompañaron desde la platea del Senado.
"No lucho por mi mandato, vanidad o apego al poder. Lucho por la democracia, la verdad y la justicia", declaró desde la tribuna, en un discurso de unos 45 minutos, leído de pie en medio del completo silencio del pleno de la Cámara Alta brasileña.
"Estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado", denunció. Y "si se consuma, resultará en la elección indirecta de un Gobierno usurpador", añadió.
La de ayer se trató de la primera oportunidad que tiene la Mandataria de defenderse en el Congreso. Y es la última carta antes de la votación que decidirá sobre su destitución, probablemente hoy o mañana.
Lula, visiblemente afligido, escuchó los argumentos de su ahijada, que según EFE podría abandonar esta semana definitivamente el poder del que fue apartada el 12 de mayo.
En las afueras del Congreso, completamente cercado por vallas, algunos manifestantes escuchaban a la Mandataria suspendida a través de sus celulares. El entorno de Rousseff intentó organizar un pequeño encuentro entre la Mandataria suspendida y sus seguidores antes de llegar al Senado, pero no se concretó.
Cada vez más aislada políticamente, agobiada por la peor recesión económica desde los años 30 y con su partido acorralado por denuncias de corrupción, Rousseff fue suspendida de su cargo en mayo por supuestos delitos "de responsabilidad" por presuntamente maquillar las cuentas públicas.
Durante su alegato de 30 minutos, Rousseff sostuvo que a principios de 2015 la oposición en el Congreso empezó a generar un supuesto clima de inestabilidad al negarse a negociar y lanzar "bombas fiscales" en momentos que disminuía la recaudación estatal.
Citada por AP, la Mandataria suspendida agregó que el proceso que se le sigue ha exacerbado la recesión en la economía más grande de Latinoamérica.
En parte de su alocución, Rousseff intentó deslindar en el Banco Central brasileño parte de la responsabilidad por los presuntos delitos de los que se le acusa.
El presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, elogió el comportamiento de los parlamentarios, a quienes había amenazado con desalojar en caso que se registraran disturbios.
¿Cuáles son los próximos pasos?
De acuerdo a la programación con la que ha trabajado, el Senado tiene previsto votar hoy o mañana temprano si decide condenar a la Presidenta suspendida Rousseff y removerla de su puesto. Si es destituida, el vicepresidente interino, Michel Temer, continuaría oficialmente como líder de Brasil durante el resto del mandato, que se extiende hasta el 2018. Temer planea dar un discurso mañana antes de viajar a China para asistir a la cumbre del G-20.