"González Iñárritu abrió un camino a los cineastas latinos que estaba cerrado"
La riqueza de las historias ocultas y del lenguaje variopinto del cine latinoamericano es parte de lo que ha hecho florecer a los realizadores locales en el escenario mundial los últimos años, estima Ciro Guerra, cineasta colombiano de 34 años, con tres exitosos largometrajes bajo el brazo, quien llega a Viña del Mar para exponerlos en la 49ª versión del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar, que se desarrolla desde este martes hasta el sábado 10 de septiembre en las principales salas de la región.
La reflexión no es gratuita. Viene a propósito del éxito que tuvo a nivel mundial "El abrazo de la serpiente" (2015), su última película, la cual incluso fue parte de las cintas nominadas al Oscar este año en la categoría Mejor Película de habla no inglesa y que también ha sido Mejor Película en Sanfic 2016 y Mejor Película en el Festival de Mar del Plata, entre otros. El filme en cuestión relata dos historias ocurridas en 1910 y 1940 durante la Fiebre del Caucho, ambas protagonizadas por Karamakate, un chamán amazónico y último superviviente de su tribu, que acompaña a dos científicos, el alemán Theodor Koch-Grünberg y el estadounidense Richard Evans Schultes, en busca del yakruna, una planta sagrada difícil de conseguir.
"Es muy diferente al tipo de películas que se hacen. Al principio la gente decía 'una película hablada en idioma amazónico, en blanco y negro, a quién le va a interesar verla', pero luego encontró un público muy amplio alrededor del mundo, ha sido estrenada en 40 países y éxito de taquilla en muchos. Nos hemos encontrado, una vez hecha, que hay un público hambriento por este tipo de películas", dijo Guerra, quien llevó por primera vez, con este largometraje, al cine colombiano a los premios de la Academia y que ayer presentó "La sombra del caminante" (2004), su primer filme, en el FicViña. Mañana presentará su última obra "El abrazo de la serpiente", a las 21:45 horas, en el Cinemark Marina Arauco, la que será estrenada al público en los cines chilenos el próximo 15 de septiembre.
- ¿Cómo nace la inspiración en su última cinta?
-La película está inspirada en los diarios de dos exploradores y en las imágenes que ellos tomaron. Cuando las vi -son de principios del siglo XX- lo que hay es una Amazonía completamente diferente a la que la gente tiene en la cabeza, está libre de todo exotismo con la que normalmente se asocia y quería reproducir esa idea. La Amazonía en Colombia es un mundo completamente oculto, desconocido, sobre el que no hemos escuchado casi ninguna historia, no conocemos su cultura. Quise viajar hacia lo desconocido e invitar al espectador.
- ¿Por qué en blanco y negro?
- Las comunidades indígenas tienen más de 50 palabras diferentes para lo que nosotros llamamos verde. Son colores que tienen una profundidad y una importancia y preferí activar la imaginación del espectador e invitarlo a completar y participar activamente en ella. Pero también si fuera a color sería una película completamente diferente, hay varias razones.
- ¿Cómo fue la experiencia de llevar la primera película colombiana a los Oscar?
- Fue una sorpresa grande, no esperábamos que la película quedara entre las nominadas porque no tiene el perfil, es muy especial, muy diferente, pero en la Academia hubo miembros que se apasionaron con ella y la defendieron con mucha fuerza, y cuando llegamos allá nos dimos cuenta que la película había tocado a mucha gente.
- ¿Cómo ve el cine latinoamericano en el mundo? Alejandro González Iñárritu arrasó en los Oscar.
- Él, de hecho, fue muy amable, pidió hacer un discurso sobre nuestra película y fue muy emotivo. Él y su generación de cineastas mexicanos han abierto unas puertas muy grandes, hoy en Hollywood hay un gran apetito por los cineastas latinoamericanos y es un camino que él y otros han abierto y que estaba completamente cerrado antes. A mí me han llegado muchas ofertas para trabajar allá, existe la idea de que los cineastas latinoamericanos tienen la capacidad de renovar el cine y eso es lo que está pasando, hoy en los principales festivales se está teniendo un espacio que antes era muy difícil tener. Antes era una película de cada tanto, pero hoy existe un gran movimiento y los cineastas están siendo percibidos como renovadores. El cine latinoamericano se ve como el que está haciendo las búsquedas más interesantes.
- ¿Por qué cree que pasa eso ahora y no ocurrió antes?
- Creo que tiene que ver con que los cineastas latinoamericanos tenemos un compromiso con la realidad inmediata y tenemos una manera de aproximarnos a ella, tenemos muchas historias originales y ocultas que mostrar y hay toda una riqueza en nuestras comunidades indígenas y su forma de ver el mundo que muchas veces ha sido despreciada y mal vista, pero que aún tiene cosas que decirle al ser humano. No podemos hacer las películas como las hace Hollywood o Europa, pero podemos encontrar el propio lenguaje que está en esas historias. En escenarios como Hollywood han perdido esa conexión con la realidad. En Europa también pasa, el cine gira un poco sobre sí mismo y sobre lo que se hizo hace 30 años y perdió esa conexión con la vida, hay mucho agotamiento.
- ¿Cuál es el reto entonces para Latinoamérica?
- Conectar con nuestro público, que sigue viendo el cine de otras partes y le cuesta trabajo a veces aceptar nuestras historias. Es curioso que mientras el cine latinoamericano está siendo más valorado en el mundo, resulte cada vez más difícil para esas películas conectarse con el público local. Y ese es un desafío no sólo de los cineastas, sino también de las autoridades y toda la cadena de distribución y exhibición de las películas.