Sename
La crisis por la que atraviesa el Sename nos hace volver nuestra mirada hacia los niños más vulnerables y a preguntarnos qué estamos haciendo por ellos como sociedad. Los primeros años de vida son fundamentales y un cuidado infantil adecuado influye significativamente en el desarrollo integral de una persona. Si los niños crecen en un ambiente seguro y predecible, si logran tener un vínculo sano con sus padres o cuidadores, serán personas con un desarrollo psicobiológico equilibrado, el cual va a impactar positivamente en su salud física, la regulación de sus emociones, el autoestima, el control de sus impulsos, el rendimiento escolar y la capacidad de relacionarse con los demás. No podemos conformarnos con que los sistemas de protección de menores se limiten a lograr niveles basales de seguridad para los niños y jóvenes. Es necesario apuntar más alto con el objetivo de que cada institución tenga la posibilidad de entregarles herramientas que permitan el establecimiento y la reparación de vínculos que vuelvan a estos niños a una trayectoria de desarrollo saludable.
Sergio Barroilhet D.
Sename II
Me parece aberrante la noticia sobre que se detectaron 31 nuevos casos de menores fallecidos en la red Sename y que no se habían denunciado a la justicia, los ocultaron. Realmente no sé en qué país estamos viviendo. ¿Ahora qué responderá la ministra de Justicia y DD.HH.? De seguro que nada, como es habitual.
Aquí agentes del Estado en plena democracia están matando niños, violan sus derechos humanos y da la impresión que a nadie le importa. Las autoridades responsables de este ocultamiento deben hoy cesar sus funciones y responder por su criminal actuar.
Hago un público llamado a todos los chilenos y chilenas a reflexionar y actuar sobre este tema, no podemos permitir una muerte más, que Dios proteja a los más indefensos, todos estos niños también son nuestros hijos.
Sebastián Lafaurie
Ruego
Pido al cielo que si tengo un topón con mi automóvil, el otro conductor no sea funcionario de la PDI.
Jaime García Molina
Policía de Investigaciones
Con sorpresa leí un comentario de un lector que se quejaba por el procedimiento de una funcionaria de la PDI. Personalmente creo que actuó muy bien. Una persona la chocó, ella se identificó y el huyó del lugar. Al alcanzar al sospechoso no le gustó que lo amenazaran con un arma.
Constantemente les pedimos a nuestros encargados del orden que actúen con mayor energía contra los sospechosos y delincuentes. Apenas lo hacen algunos saltan por los derechos humanos u otras gabelas.
¿Queremos reducir la delincuencia o no? Actuó valientemente. ¡Apoyemos a nuestros policías y carabineros para que puedan cumplir su misión!
Germán Hoernig
Terrenos de las expetroleras
A fines del 50, como empleado de Shell Chile, me correspondió trabajar algunos años en su planta (de combustibles) de Las Salinas. Esta quedaba entre la Esso y la calle 19 Norte y se conocía por sus grandes estanques que contenían millones de litros de gasolina, que se recibían de Enap mediante el oleoducto que une a ambas empresas. En el cerro, cerca de la subida Alessandri, teníamos cuatro estanques para las gasolinas de aviación.
La operación de la planta consistía en recibir y entregar combustible a los buques que fondeaban en frente, para lo cual contábamos con un oleoducto que se conectaba al buque; recibir gasolinas y diésel desde Enap; entregar combustibles en la bahía de Valparaíso para las calderas de los buques balleneros, para lo cual contábamos con un falucho; cargar camiones con petróleo para calderas y entregar a múltiples empresas; despachar camiones con gasolina de aviación para el aeropuerto de Cerrillos; distribuir los combustibles a las estaciones de servicio Shell en la Quinta Región. El trabajo no tenía horario, vivíamos en ella, igual que en un buque. No había problemas: el suscrito y mis dos compañeros éramos ingenieros para la Marina Mercante Nacional, egresados de la Escuela Naval.
La planta Shell de lubricantes, separada por la calle 19 Norte y cuyas oficinas aún se mantienen en pie, mezclaba los aceites que se importaban, para obtener aceites automotrices de 20, 30, 40 multigrado, además de aceites en tambores para la industria, agricultura, etc. Todo el trabajo se efectuaba en un galpón especial. El resto del terreno era de concreto y había grandes jardines con pasto. La planta Mobil, vecina a Shell, se dedicaba, también, sólo a los aceites lubricantes, los que se vendían junto a las gasolinas Copec.
Cuando trabajé ahí, no recuerdo accidentes o derrames y Shell no nos habría permitido trabajar en un ambiente contaminado. Al fondo de la planta de combustibles existían bodegas y en el piso de concreto construimos una cancha de básquetbol donde entrenábamos para competir en Valparaíso.
Casimiro Antonio Perocarpi Aravena