De acuerdo a estimaciones de la Onemi, sólo un 20% de la población costera de la Región participó en el simulacro de tsunami realizado el jueves pasado, en coordinación con la ciudad japonesa de Hyuga.
Varios factores incidieron en esta baja participación de un ejercicio necesario, que tenía un costo de $ 300 millones. Entre ellos se encuentra la emergencia efectiva de varios incendios forestales, el paro de empleados públicos, la falta de cooperación de algunos sectores comerciales y fallas en los sistemas de alerta. Sin embargo, con una visión positiva de la jornada, son precisamente esas fallas las que en ejercicios futuros deben ya estar resueltas. Es positivo también que el simulacro se haya realizado en conjunto con una ciudad japonesa, en la cual se encontraban especialistas chilenos asistiendo a la aplicación de los planes de reacción. Este conocimiento en terreno es valioso, pues esa experiencia en un país sometido a los mismos riesgos que el nuestro se puede replicar tanto en el medio regional como nacional. En el caso del Como positiva también aparece la preparación en los colegios, que cumplieron los planes de evacuación hasta sectores elevados, donde los escolares estarían protegidos del supuesto tsunami.
Es fundamental, sin embargo, atender a dos aspectos importantes para afrontar la emergencia: los sistemas de información focalizados, sirenas especiales diferentes a las tradicionales usadas por los cuerpos de bomberos, y señalética visible, bien mantenida, indicando rutas y zonas de evacuación.
Esta señalética debe considerar que nuestra zona es turística y por tanto debe ser comprensible y visible para el visitante. Además, es posible mantener mapas de evacuación en puntos de concurrencia de los visitantes.
Por lo mismo, así como se capacita a los profesores y personal escolar, debe prepararse al personal donde se ofrecen servicios turísticos.
El pilar fundamental en la tarea de prevención ante emergencias es la coordinación de todos los sectores de la población, tanto el público como del privado.
Y esta coordinación debe tener la flexibilidad suficiente que permita reaccionar ante todo tipo de emergencias, desde aquellos fenómenos naturales como son terremotos y maremotos, hasta hechos de profundo impacto, como el gran siniestro que afectó a varios cerros de Valparaíso.
Más vale prevenir que curar, vieja recomendación, generalmente olvidada, que exige ser "aterrizada" a nuestra realidad. Responsabilidad de la autoridad, que debe liderar y motivar la participación de toda población junto a sus organizaciones sociales.