El baile de los que sobran
La duda que corroe a este gobierno desde el comienzo sigue más presente que nunca, tras este episodio: ¿Tienen cabida la Falange y los comunistas en el mismo conglomerado?
La "pataleta" -controlada, por cierto- que protagonizó esta semana el Partido Comunista, a raíz de la votación del reajuste del sector público, remeció nuevamente a la alicaída Nueva Mayoría y al gobierno de Michelle Bachelet, dando una muestra más de que la frase que acuñó en 2015 la Presidenta, "cada día puede ser peor", es una especie de tatuaje de su mandato.
La votación de esta semana dio cuenta una vez más de un Ejecutivo que no entiende que no se puede improvisar, que la negociación previa es indispensable en el mundo político, que a veces hay que hacer "cariñitos" a los distintos sectores para llegar al horno con los panes hechos y no a medio hacer.
Así como sucedió anteriormente con temas como el aborto o la elección de los intendentes, la improvisación fue la vedette en esta votación del reajuste salarial de los empleados públicos y, de nuevo, se notó la carencia de una hoja de ruta compartida por el oficialismo. Pero además, se hizo patente la falta de liderazgo de la Mandataria y su gabinete político, que no son capaces de conducir a una coalición que -tal como lo dijo la presidenta regional de la ANEF, Mabel Zúñiga- está pegada con chicle.
Lamentablemente, el Ejecutivo parece estar adherido de la misma manera y ni siquiera es capaz de manejar un discurso común en un gabinete que sigue mostrándose inorgánico: mientras el vocero, Marcelo Díaz aparece condenando el actuar del PC, el titular de Interior, Mario Fernández, acota momentos después que, en realidad, la tienda de Guillermo Teillier nunca se comprometió a respaldar la iniciativa.
En este escenario, lo llamativo es que contrario a lo que pueda pensarse y pese a la grandilocuencia de las palabras que se han propinado gobierno y dirigentes comunistas, el PC sigue en el conglomerado. La pataleta es con elástico, no da para salir corriendo y propinar un real golpe a la administración Bachelet. Es nada más que una muestra de poder que -en realidad- es un mensaje para su electorado, no para el gobierno. Con esto, el partido le muestra a su gente que sigue con "el pueblo", los sindicatos y los más desvalidos. No importa que ese "pueblo" en realidad no es el que está en las calles hoy, sino que está en sus casas o trabajos, sin atención de salud, sin Registro Civil y muchas veces sin posibilidad de llevar su vida normal.
Con este doble juego, considerando un PC que se mantiene dentro del conglomerado, pero que le propina un duro golpe al gobierno, la colectividad muestra que sigue con su gente -al menos con los funcionarios públicos- y logran "camuflar" su pertenencia a la Nueva Mayoría, en una alianza que no le está generando muchos dividendos.
Es el doble juego que han mantenido durante todo el gobierno, aunque quizás ahora el ruido es mayor. Es una ola que complica al Ejecutivo, pero que no llega a ser tsunami, apenas un simulacro de...
Ahora, aunque aquí el protagonista ha sido el partido de Teillier, no se debe dejar de lado al resto del oficialismo. Porque los dardos apuntaron a la tienda de la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, de esta nueva "María Música" (la dirigente secundaria que le arrojó un jarro de agua a la entonces ministra de Educación, Mónica Jiménez, por allá por 2008), pero que ahora aprovecha las cámaras para enviarle "saludos" a la madre del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, intentando mostrarse como una Gladys Marín versión 2.0.
En cuanto a las otras tiendas, simplemente pecaron de cobardía. Arrojaron la piedra y escondieron la mano. Porque no fueron solo los seis votos comunistas los que rechazaron el proyecto. Junto a ellos, votaron en contra o se abstuvieron algunos PS, PPD, PRSD y DC.
Los partidos de la antigua Concertación aparecen hoy como los adalides del orden y lealtad, rasgando vestiduras, pero lo cierto es que durante gran parte del gobierno de Bachelet no han sido capaces de ordenarse, han votado de manera personalista e incluso han amenazado con dar un paso al costado, en el caso de los democratacristianos.
Así, la duda que corroe a este gobierno desde el comienzo sigue más presente que nunca, tras este episodio: ¿Tienen cabida la Falange y los comunistas en el mismo conglomerado? Al parecer, la lógica que debiera imperar a futuro es que sólo uno de los dos se mantenga en la coalición, porque -al menos ante la ciudadanía- esta convivencia artificial sólo ha servido para demostrar que en este baile uno de los dos sobra. Y, en este caso, todo apunta al PC.
* Magister en Comunicación Estratégica, periodista, analista política y directora
Escuela de Periodismo de UAI.