Nuestra región es un territorio turístico por excelencia, cuyos atractivos permiten configurar una oferta muy diversa, que va desde lo patrimonial hasta lo rural y con actividades náuticas hasta deportes de alta montaña.
Isla de Pascua es uno de los destinos más promocionados, como una isla misteriosa, un paraíso y llena de fantasía. Cada oferta es acompañada de fotografías que muestran las imponentes esculturas monolíticas de los antepasados Rapa Nui, las arenas blancas de Anakena y el mar color turquesa en Ovahe.
Desde el arribo de medio centenar de turistas en el primer vuelo comercial en 1967, hoy el flujo anual se empina sobre los 90 mil visitantes, con dos vuelos diarios en temporada alta. Otros 20 mil turistas llegan en cruceros. Las proyecciones indican que el año 2025 el número de visitantes superaría la increíble cifra 180 mil al año. Los estudios de capacidad de carga para la isla hace más de una década, cuando el número de habitantes y visitantes era sólo un tercio, ya revelaban las problemáticas del turismo y tal como se proyectó, hoy la comunidad local se enfrenta a impactos que conlleva un modelo de desarrollo que afecta negativamente los ecosistemas y calidad de vida.
La calidad y continuidad de los servicios básicos como el agua y la energía eléctrica y el abastecimiento de productos de primera necesidad, son sólo algunos de los factores de constante preocupación para la comunidad, dada la intensa demanda que provoca sobre ellos el turismo masivo y sus servicios asociados. Las cadenas logísticas de abastecimiento a 3.700 kilómetros de distancia son complejas, dado que las opciones se limitan al transporte de carga en vuelos comerciales o vía marítima, que en muchos casos pueden ver afectados sus itinerarios en varias semanas por razones océano-climáticas que dificultan la navegación o impiden la descarga de productos. Estos traslados recargan los precios, los que a su vez se ven presionados al alza por la demanda y como resultado el costo de vida se eleva considerablemente para la comunidad.
Bajo este escenario, es importante hacer notar que la comunidad Rapa Nui está adquiriendo mayor conciencia respecto a la vulnerabilidad de su territorio y un reflejo de eso, es su protagonismo en los procesos que buscan coadministrar el Parque Nacional Rapa Nui, impulsar la Ley de Control de la Residencia y la creación de un Parque Marino. Así también, se hace necesario dar un giro al modelo de desarrollo turístico imperante, generando las capacidades de administración, gestión y promoción, para hacer de Isla de Pascua un destino sostenible.
En esta línea, resulta destacable el esfuerzo de un grupo de mujeres de la etnia, que con el apoyo del Gobierno Regional de Valparaíso y la UNAB, que buscan incrementar la oferta de productos turísticos sostenibles en la isla, basados en la tradición de recolectar caracoles marinos y la confección de artesanía. Se espera con ello contribuir a descongestionar los atractivos tradicionales, permitiéndole al turista vivir experiencias únicas en contacto con la forma de vida y tradiciones ancestrales.
Diego Ramírez C.
Director de Cimarq- Campus Quintay UNAB