La isla que se transformó en una
PROCESO. La Cuba de Castro jugó un rol central en el mundo bipolar a partir de los años 60.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido en dos. Lo que vino después fue la llamada Guerra Fría, que escindió el mundo entre oriente y occidente, dos bloques representados por las dos superpotencias mundiales: la Unión Soviética y Estados Unidos, respectivamente.
Desde 1945 en adelante, la polarización creciente avanzó hacia América Latina, donde tomó la forma de la revolución en Cuba, en 1959, con la llegada al poder del rebelde liderado por Fidel Castro, tras la caída ante las armas del régimen del dictador Fulgencio Batista.
Fidel era hasta su muerte ayer, simbólicamente, el último sobreviviente de la Guerra Fría que, pese a no desatarse en una guerra armada -y de ahí su nombre de "Fría"-, mantuvo el mundo dividido en dos polos tensionados durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX.
Desde esa pequeña isla asentada en un archipiélago del mar de las Antillas, la polarización comenzó un recorrido por América Latina. Cuba se convirtió así en una pieza clave en el ajedrez revolucionario mundial.
Tras la revolución, de inmediato vinieron las medidas restrictivas de Estados Unidos -preocupado por el giro a la izquierda del país- contra la Cuba de Castro, que a su vez retomó las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, interrumpidas por Batista en 1952, determinando así el paso que seguiría el proceso por la vía socialista planteado por Fidel y ubicando la relación con sus vecinos del norte en el centro de la política de la isla.
Por aquellos años, Washington temía que Castro hubiera desatado un virus político que podía infectar a otras naciones latinoamericanas.
Fidel envió decenas de miles de tropas para ayudar a gobiernos de izquierda en África y alentó movimientos guerrilleros que lucharon en Latinoamérica contra gobiernos respaldados por EE.UU.
Ningún otro líder del Tercer Mundo generó tanta hostilidad de Estados Unidos y por tanto tiempo.
En 1960 el Congreso de Estados Unidos autorizó al entonces Presidente, Dwight D. Eisenhower a establecer y mantener un embargo total sobre todo el comercio entre ese país y Cuba, iniciándose así el escalamiento de las divisiones que marcó las relaciones entre ambos países hasta hoy, cuando el actual Mandatario estadounidense, Barack Obama, fue el primer líder de ese país en retomar las relaciones con la isla.
Pero mucho antes del histórico inicio del deshielo, hitos como el intendo de invasión en Bahía de Cochinos (1961) y la crisis de los misiles (1962) marcaron 40 años de estrecho vínculo con la Unión Soviética, relación que se enfrió tras la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov en 1985 y el lanzamiento de la Prestroika, proceso muy criticado por Castro, y que entró en crisis definitiva con la desintegración de la Unión Soviética, en 1991.
El punto más tenso
En 1961 Fidel dirigió personalmente las operaciones para frustrar la invasión de Bahía Cochinos, dirigida por la CIA en tiempos de Eisenhower que terminó por unir a los cubanos en torno a la revolución y a la figura del líder.
Ese fue el momento escogido por Castro para declarar oficialmente a Cuba como un país socialista.
Sin arriesgarse en una nueva operación de esa envergadura, Washington recurrió a endurecer sus sanciones para asfixiar a la economía cubana.
Siguiendo lo empezado por Eisenhower, el Presidente estadounidense John F. Kennedy instauró el embargo estadounidense el 7 de febrero de 1962, ampliando restricciones ya existentes. La medida continuó vigente el resto de la vida de Castro.
Mientras tanto, Castro afianzaba su relación con Moscú. Con sólo 36 años de edad, desafió a EE.UU. con la instalación de misiles soviéticos en su territorio, la conocida crisis de los misiles, que llevó al mundo hasta un equilibrio precario al borde de una guerra nuclear.
Cuando se supo de la presencia de los misiles, el gobierno de Kennedy ordenó el bloqueo de la isla y exigió su retirada a Moscú.
El episodio terminó con la decisión del líder soviético Nikita Krushov de retirar las ojivas, pese a las objeciones de Fidel, que lo vio como un gesto de debilidad.
Pese a todo, guió a la isla hacia un modelo socialista soviético, que no dudó en sostener contra viento y marea pese al fin de la Unión Soviética.
Fin de la URSS
La llegada de la década de los 90 puso en jaque a Fidel. El comunismo se había derrumbado en Europa y la ayuda soviética para la isla fue cortada. La comida escaseaba y el proyecto de Castro parecía llegar a su fin en 1992.
Sin embargo, el fin se extendió primero por semanas, luego meses y finalmente años. Incluso cuando China y Vietnam abrazaron el libre mercado, Castro se aferró a sus creencias socialistas y el supuesto dinosaurio del comunismo siguió gobernando por otra década y media en la isla.
Castro siguió siendo la espina en el continente para Estados Unidos, pese a haber perdido a quien fuera su principal aliado y socio comercial.
La isla pasó por varios años de dificultades extremas que se conoció eufemísticamente como el "Periodo especial", tiempo de escasez en el que agricultores reemplazaron los tractores por bueyes. Fue el momento más difícil del proceso de Castro, que se vio obligado por primera vez a ocupar una palabra que la revolución no había conocido antes: ceder.