Más allá de un año electoral
La espera de las definiciones políticas de noviembre no debe ser un freno para la marcha del país. Con una mirada de interés general, ciudadano, el país no puede vivir al ritmo de las encuestas, que no son verdad de fe ni oráculo, como lo comprueban los hechos.
Para el 19 de noviembre de este año están programadas las elecciones presidencial, parlamentaria y de consejeros regionales. Si los tiempos y los acuerdos legislativos calzan también serían elegidos los gobernadores regionales, que pasarían a reemplazar a los actuales intendentes.
El proceso de noviembre estará precedido de elecciones primarias en diversas agrupaciones que mediante ese mecanismo acuerden la designación de sus postulantes a la Presidencia de la República.
Con estas definiciones políticas, ciertamente importantes, para muchos 2017 será un año electoral focalizado fundamentalmente al resultado de noviembre y, eventualmente, al de una segunda vuelta de acuerdo a la norma actual imperante que reemplazó a la de 1925 que entregaba al Congreso Pleno la definición final. Esto en el caso que ninguno de los postulantes lograse la mayoría absoluta.
Y la marcha de este proceso político en sus etapas previas, como ya ocurre, va acompañada de encuestas que realizan diversas entidades especializadas en estudios de opinión pública.
Los políticos estarán atentos a esos números. Importantes sin duda para afinar estrategias, reforzar flancos débiles y buscar adherentes.
Sin embargo, con una mira de interés general, ciudadano, para usar una palabra de moda, el país no puede vivir al ritmo de las encuestas, que, por otro lado, no son verdad de fe ni oráculo, como lo comprueban los hechos. Son indicadores, fotografías de un momento, según afirman los expertos.
Hay cifras que merecen mayor atención como los indicadores de crecimiento, de inversión, de empleo, de salud y de seguridad. Esos números que reflejan la vida de las personas "en terreno", deben ser orientadores en las campañas y en la formulación de programas.
Es importante el proceso electoral y su culminación, que son las votaciones populares. Es deseable que las campañas, los necesarios debates, lleven a más electores a las urnas, rompiendo la tendencia a la indiferencia y a la desconfianza que revelan las altas abstenciones.
Es importante, en esa línea, dar plena transparencia a los registros electorales, con un trabajo prolijo que evite problemas, que siendo puntuales, desacreditan todo el proceso y pasan la cuenta, una vez más, a todo el sistema político y a quienes participan en él.
Vivimos hace meses tiempos electorales y avanzamos a la hora de la definición de las postulaciones.
El aumento de la temperatura de estos tiempos, propios de la confrontación democrática, no puede ser un freno que deje al país paralizado, inactivo, en un limbo, pendiente de los resultados electorales.
2017: Desafíos de calado y horizonte
La entrega del Informe de Política Monetaria del Banco Central de Chile y las proyecciones que siempre se hacen para el 2017, me llevaron a revisar una de las principales publicaciones de un destacado economista, Dani Rodrik, profesor de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. En su texto "Una economía, muchas recetas. La Globalización, las instituciones y el crecimiento económico", propone un esquema para conceptualizar las estrategias de crecimiento que evitarían dos enfoques errados: el primero al suponer que el mismo conjunto de políticas funciona de la misma manera en todos lados y, el segundo, el nihilismo que se excede al subestimar el beneficio del razonamiento económico.
En consecuencia, su enfoque está constituido por tres elementos: El análisis de diagnóstico que sirve para determinar dónde se ubican las restricciones más importantes para el crecimiento económico; en segundo lugar, se requiere de un diseño de políticas para que éstas vayan dirigidas de forma adecuada a las restricciones identificadas y, por último, es necesario institucionalizar el proceso de diagnóstico y de respuesta de las políticas. Si bien, este es un enfoque que nos ayuda a que la economía mantenga su dinamismo y que el crecimiento no se disipe gradualmente, es una óptica que puede ser aplicada en varios ámbitos de la política pública.
En relación al tema del crecimiento el Banco Central introdujo el concepto de dinamismo acotado en su último IPOM. Un reciente artículo de otro destacado economista, Jorge Marshall, aborda el desafío de revisar con pragmatismo las reales perspectivas de crecimiento y sacar las conclusiones que nos devuelvan a la senda del desarrollo. Uno de los aspectos que plantea, es que tenemos diagnósticos inadecuados que nos afectan en el diseño de programas reactivadores eficaces, y en el escenario internacional.
Un primer elemento a considerar, el enorme cambio que ha tenido el comercio mundial, en donde los flujos han pasado desde un crecimiento promedio anual del 7,3% entre 1987 y 2007, a uno del 2,4% anual entre 2013 y 2016 e incluso a 1,7% para este año. Un segundo factor a considerar son las profundas alteraciones en la estructura del producto mundial en donde China e India representaban en conjunto el 12% del producto mundial y hoy alcanzan el 26%, con lo cual lograron una rápida industrialización y una importante ventaja en los mercados internacionales de bienes. Y tercero, se requiere de tecnología avanzada para convertir productos naturales con mayor valor y para ello la informática, la inteligencia artificial, la robótica y/o la nanotecnología son fundamentales para enfrentar los enormes cambios del escenario internacional.
Si bien, los desafíos enunciados son de país, nuestra región requiere ir abordándolos con mirada estratégica de futuro. La internacionalización tiene que ser un eje estratégico. Mirar a la región al 2030 implica detectar hoy las oportunidades, como asimismo los riesgos, y actuar a tiempo. Sólo a modo de acentos prioritarios, China y el Asia Pacífico, la Alianza del Pacífico y Argentina debieran tener para la región de Valparaíso un diseño estratégico.
Alejandro Corvalán Quiroz
Director Regional Pro Chile