En abril del año pasado fue publicada la Ley 20.911, que crea el Plan de Formación Ciudadana para aquellos establecimientos educacionales reconocidos por el Estado de Chile. Ahora bien, ¿cuál es el propósito de este nuevo plan que deberá insertarse en los colegios del país? En primer lugar, debemos comprender que la ley desea integrar de manera transversal, desde el nivel inicial hasta la educación media, conceptos asociados a la formación de individuos democráticos; respetuosos por los derechos humanos y capaces de desarrollar un espíritu consciente, crítico y creativo frente a la diversidad cultural ocurrente en la ciudadanía a la cual pertenecemos.
Frente a ello es que los sostenedores de las distintas comunidades educativas tendrán la libertad de fijar su propio plan de Formación Ciudadana, amparándose en los objetivos dispuestos en la ley misma, donde se espera que el diseño de este proyecto sea a partir de un aporte mancomunado de la comunidad escolar en su conjunto, es decir, directivos, docentes, estudiantes, apoderados y administrativos.
Pero más aún, y tratándose de programas de formación ciudadana, ¿no será interesante hacer partícipes a aquellas instituciones que representan al contexto local como lo son Carabineros, hospitales, almaceneros, Bomberos, juntas de vecinos y todos quienes participan de la ciudadanía local? Me parece que es lo que debiese ocurrir, de lo contrario, seguiremos instalando programas desvinculados de los objetivos que se desean alcanzar a la hora de hablar de formación ciudadana en su integralidad.
No cabe duda que la puesta en marcha de esta nueva ley permitirá que los estudiantes -quienes cumplen un rol de ciudadanos- posean un conocimiento comprensivo y analítico en cuestiones como el Estado de Derecho; el respeto por la institucionalidad local, regional y nacional; la valoración por la diversidad y la tolerancia; la participación en contextos de interés público; el fomento de una cultura transparente y democrática. Son estos los aspectos que hoy deben comenzar a visibilizarse en los centros educativos del país, los cuales no sólo respondan a meras actividades mensuales o semanales que se enmarquen en una suerte de formación cívica temporal, sino que más bien deben representarse desde una mirada transversal en todas las asignaturas del currículo nacional: lenguaje, matemática, historia y geografía, artes, tecnología, educación física, etc. Sólo así se llegará a sostener una mirada de la ciudadanía desde la óptica de la participación activa y responsable.
De nada servirá ser meros espectadores de lo que ocurre en nuestro entorno; la esencia estará en desarrollar aportes, a través de una mirada crítica, reflexiva y participativa, donde los chilenos desde los inicios de la formación escolar, nos veamos representados por aquello que nos pertenece.
Carlos Guajardo
Docente Facultad de Educación, Universidad Central