Centenares de turistas llegan todos los días del año hasta los pies del cerro Castillo, frente a la concurrida playa Caleta Abarca, en Viña del Mar, para cumplir con el ritual de fotografiarse junto a uno de los máximos hitos turísticos de la ciudad: el reloj de flores, que fue inaugurado el 15 de mayo de 1962, con motivo del Mundial de Fútbol de ese año, evento en el que la Ciudad Jardín fue sede. El artilugio mecánico fue recientemente objeto de un ataque por parte de un turista español, que movió sus manecillas y le cambió la hora, en 2013 sufrió otro y en dictadura dos más, en 1974 y 1975. Ajenos a ello, día a día desfilan frente a él los turistas para llevarse la postal más clásica de Viña del Mar.