En una perversa tradición se han transformado los denominados mechoneos de inicio de año. Marzo es testigo de la brutalidad y cambios que este hito ha experimentado a lo largo del tiempo y que día a día siguen demostrando una involución.
En mis tiempos, que aclaremos se enmarcan en la década de los 90, el temor apuntaba a un corte de pelo o al daño a la vestimenta, además de los acostumbrados baños en vinagre u otros "menjurjes" o menjunje (palabra de origen árabe referente a una mezcla).
Mi realidad fue aún más satisfactoria. "Chamanes" fue lo que vivencié, instancia en la que se daba la bienvenida a los nuevos alumnos mediante un fogón en la que se realizaban discursos sobre qué era la Psicología y, fundamentalmente, sobre los profundos cambios que íbamos a experimentar durante la carrera y la forma de entender y comprender el comportamiento humano. Dicha actividad además se complementaba con una iniciativa previa que se llamaba "Sensorama", en la que pasábamos por distintas salas (o estaciones) en las que se intentaba, con ojos vendados, usar el resto de los sentidos, ya sea mediante aromas florales, palos de agua, diferentes alimentos, con la idea de que no sólo usáramos nuestra vista para conocer, sino también usar el resto de los sentidos para aumentar nuestra capacidad de vincularnos con el ambiente.
Esos rituales cumplen con el objetivo de bienvenida. Una instancia positiva y enriquecedora, no como ahora que menoscaban la integridad física y psicológica de los estudiantes. Es fundamental que las universidades se involucren en marcar directrices que permitan a los alumnos realizar actividades que faciliten la adaptación al nuevo, complejo y desafiante entorno educativo.
Cabe recordar que la adolescencia y la juventud se caracterizan por tener procesos altamente complejos en torno a la construcción de nuestra identidad, nuestra autoestima y en el que buscamos que en esta etapa de la vida se puedan consolidar nuestras expectativas y finalmente nuestros sueños. Muchos nuevos estudiantes han tenido a veces historias asociadas al bullying escolar y han anhelado terminar esa etapa para iniciar una nueva.
El mechoneo puede dañar aún más a quienes han querido escapar de dichas historias y lo más grave es que nuestra sociedad, nuestros jóvenes no tienen conciencia de ello, por lo tanto ¿por qué no cambiamos el switch?
Ricardo Bascuñán
Psicólogo y académico, Universidad Central