Esta semana, mientras en Valparaíso el Sistema de Alta Dirección Pública declaraba desierto el concurso para el nombramiento de un nuevo director para el Sename regional y continúan las quejas por la eventual captura del organismo por los funcionarios, se llevó a cabo en el Congreso de avenida Pedro Montt la última sesión abierta de la Comisión Investigadora del Servicio Nacional de Menores.
El evento terminó de la peor manera: con incidentes, demandas de renuncia al ministro de Justicia, acusaciones de torturas contra los niños en los hogares y empujones de los guardaespaldas del secretario de Estado a un diputado DC que ha encabezado la fiscalización del servicio.
Los proyectos de ley que puede mostrar el Ejecutivo tras ocho meses de discusión son el de Garantía del Derecho a la Niñez, una Subsecretaría de la Niñez, una Defensoría del Niño y el reemplazo del Sename por dos nuevos servicios: el de Protección Especializada, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social; y el de Reinserción Social Juvenil, que estará bajo el amparo del Ministerio de Justicia, en la línea de las recomendaciones realizadas por Unicef y diversos expertos.
Pese a ello, los parlamentarios critican que no se haya garantizado una mejora inmediata del cuestionado servicio, cuando ayer se cumplía el doloroso primer aniversario de la muerte de Lisette Villa, la menor de 11 años fallecida en el Centro de Reparación Especializada de Atención Directa (Cread) Galvarino de Estación Central.
Pero bien cabe cuestionarse, como lo hace la exsubsecretaria de Carabineros, Carol Bown, sobre si la institucionalidad es efectivamente la solución o, más bien, puede terminar contribuyendo a mayor burocracia y menor efectividad. De hecho, hoy -aparte del Sename- existen en Chile Crece Contigo (que depende del Mideso), los Tribunales de Familia y el Consejo Nacional de la Infancia, amén de la activa participación de Carabineros, municipalidades, Salud y Senda.
Al respecto debiesen hacerse dos reflexiones. La primera es por qué el tema de la niñez no ha figurado en los discursos de ninguno de los casi quince candidatos presidenciales y qué debe hacer la sociedad para garantizar las bases del desarrollo que cualquier ciudadano bien nacido espera para sus pares.
Por estas latitudes puede escucharse -porfiada como siempre- la voz del cura Enrique Opaso, director del Refugio de Cristo, y quien tras percatarse de que no había sido considerado para la reunión empresarial de Las Majadas, se dio maña para plantearle, con muy buena acogida, las necesidades de los niños al nuevo presidente de la CPC en la última asamblea de Fundadores de la Fundación P!ensa.